De acuerdo con un estudio teórico, es posible la creación de agujeros negros supermasivos a partir de materia oscura. En caso de confirmarse, implicaría que éstos pueden tener un origen más allá de la materia ordinaria, la cual constituye únicamente el 5% de toda la materia que existe en el universo.
El trabajo, que fue publicado en la revista Noticias Mensuales de la Royal Astronomical Society, está dirigido por el científico Carlos Argüelles, investigador perteneciente a la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la Universidad Nacional de La Plata en Argentina.
La materia oscura constituye alrededor del 27% de todo el contenido del universo y no emite, refleja o absorbe luz. Se desconocen su origen y su composición, pero su presencia, junto con la energía oscura, que constituye un 68%, resulta esencial para comprender cómo se formaron las galaxias.
Los agujeros negros supermasivos se forman normalmente en el centro de las galaxias y se les denomina así porque, de acuerdo con la hipótesis aceptada, tienen su origen a partir de agujeros negros más pequeños que nacen de la explosión de estrellas cuando agotan todo su combustible y dejan de brillar. Se calcula que 800 millones de años después de que se registrada la Gran Explosión, empezaron a formarse los primeros agujeros negros supermasiavos.
Los modelos de formación de agujeros negros más aceptados hasta el momento apuntan a que éstos surgieron a partir de materia bariónica normal, es decir, de toda la materia de la que están conformados los planetas, las estrellas e incluso nosotros mismos. Sin embargo, el nuevo trabajo propone, a través de modelos matemáticos, que los núcleos galácticos y sus halos estarían formados por materia oscura, en vez de por materia bariónica. Asimismo, la concentración de materia oscura causaría que estos centros galácticos colapsaran en agujeros negros.
Se cree que en el universo temprano había halos de materia oscura y que, dentro de éstos, se formaron los primeros agujeros negros supermasivos. De hecho, en un trabajo de hace un año, Argüelles y su equipo implementaron su nueva teoría a la Vía Láctea y demostraron que en el centro de nuestra galaxia no necesariamente tendría que haber un agujero negro supermasivo como en la actualidad se cree, sino que habría en su lugar un núcleo de materia oscura sin colapsar.
Al generar parámetros matemáticos, los investigadores argentinos establecieron cuál es la mínima aglomeración de materia oscura que resulta necesaria para generar un colapso que cause un agujero negro supermasivo. Argüelles habla de "un umbral de masa crítico que debe alcanzar la estructura de materia oscura, incluyendo el halo, y por debajo del cual no hay esperanza de que ocurra un agujero negro".
La intrigante conexión entre agujeros negros y materia oscura apenas inicia. De hecho, los primeros podrían explicar la presencia de esta materia en la etapa más joven del universo.
Eso es lo que aseguran, por lo menos, investigadores como Alexander Kusenko, un reputado físico de la Universidad de California, quien publicó en octubre del año pasado un artículo en Physical Review Letters llamado "Explorando los agujeros negros primordiales del multiverso con telescopios ópticos". En su trabajo, Kusenko se atreve a afirmar que algunos de estos agujeros negros podrían contener universos bebés y que nuestro universo existe como parte de un universo más grande. De igual modo, dice que la materia oscura es el resultado de la gravedad generada por estos universos bebés
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