Abstencionismo, una debilidad democrática
Frente a la pasividad del abstencionismo cómodo, la mejor respuesta debe ser la participación activa.
El domingo 1 de junio, México vivirá un momento histórico en que por primera vez la voluntad popular definirá quiénes interpretarán y aplicarán las leyes que rigen nuestra vida cotidiana. La primera elección judicial incursiona en un país escéptico, polarizado y nublado por la desinformación, un clima en el que pretenden justificarse tanto la movilización partidista como los llamados a la abstención en rechazo a los cambios en el Poder Judicial.
La participación ciudadana es la columna vertebral de un cuerpo democrático: sostiene al gobierno, garantiza la estabilidad política y articula ciudadanía e instituciones; sin ella, las democracias pierden equilibrio, coordinación y fuerza, capacidades motrices que permiten a los territorios afrontar los desafíos coyunturales. Una espina dorsal débil no afecta a un sector en específico sino al país en su todo, como a cualquier organismo vertebrado.
Cuando una parte significativa del electorado decide no participar, o bien, cuando accede a abonar a la consolidación de intereses particulares sobre el bien público, se deja a merced de la minoría decisiones que afectan a la mayoría.
Quizá la primera elección judicial no sea el antídoto para las desigualdades, injusticias, violencia e impunidad que lastran a nuestro país, pero sí que es una oportunidad de involucrarnos y construir, desde las urnas, el sistema de justicia que necesitamos. Votar permitirá exigir mayor rendición de cuentas, promover perfiles comprometidos con los derechos humanos y la justicia social, así como tribunales más legítimos, sólidos y representativos.
No se trata únicamente de ejercer un derecho, sino de asumir una responsabilidad colectiva que, como tal, conlleva sus complejidades, requiere informarse sobre las candidaturas, escuchar sus propuestas y evaluar sus trayectorias profesionales, actos muy poderosos que nos conciernen como el eje óseo que, como ciudadanía, somos para nuestra democracia.
La invitación es a no ceder nuestro poder de decisión. Frente a la pasividad del abstencionismo cómodo, la mejor respuesta debe ser la participación activa, organizada informada y decidida a través de las herramientas que tenemos a nuestro alcance.
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