Construir una cultura de paz

Dra. Yessenia Pinzón

Las personas deseamos una vida donde la paz, el amor y la fraternidad sean la base de nuestras relaciones

Yessenia Pinzón

El 21 de marzo conmemoramos el natalicio de don Benito Juárez, celebramos el inicio de la Primavera y festejamos el Día Internacional de la Poesía. Estos tres eventos tienen algo que los relaciona: son, a su manera, un elogio de la paz.


Recordemos que el Benemérito de las Américas siempre hizo énfasis en la necesidad de que nuestras relaciones individuales y colectivas debían buscar, a través del respeto al derecho ajeno, la armonía y el progreso que sólo la paz podía brindarnos.


Por su parte, el primer ciclo estacional del año siempre ha sido asociado con la esperanza y la armonía. El reverdecimiento del entorno provoca una sensación de paz que, hay estudios que lo comprueban, tiene el efecto de tranquilizarnos y motivarnos.


Finalmente, la poesía, junto con la música, siempre ha sido la forma más bella de la expresión humana: a lo largo de la historia, cientos de miles de poemas provenientes de todo el mundo han dejado constancia de que, en general, las personas deseamos una vida donde la paz, el amor y la fraternidad sean la base de nuestras relaciones. 


La asociación de estas tres fechas nos invita a pensar en la importancia de la paz tanto entre nosotros como personas, como en la que debemos generar con la naturaleza, a fin de mantener un equilibrio que nos permita vivir de manera sana y digna.


Justamente por lo anterior, no deja de ser preocupante que, en el marco de estas celebraciones, nuestro país esté atravesando momentos de violencia, dolor y consternación, a los cuales no podemos ni debemos cerrar los ojos.


La violencia que inicia con el crimen organizado pero que se ha extendido a lo largo y ancho del país en todos los niveles y estratos sociales, normalizando así, en grandes regiones, la impunidad y la ley del más fuerte.


El dolor, representado en estos días por la figura de las madres buscadoras, que son hoy la cara más visible y desgarradora de las miles de familias que han perdido hijos, padres, hermanos, primos; o que tuvieron que dejar su tierra y viven en el exilio forzado.


Por último, la consternación de la sociedad, al ser testigos de las miles de personas que han desaparecido o perdido la vida en sucesos que no debieron haber ocurrido.


Esta situación, que rebasa los límites de lo tolerable y que hace mella en todos los sectores de la sociedad, debe ser para nosotros una llamada de atención sobre la necesidad de levantar la voz para exigir justicia, pero también sobre las acciones que podemos promover en nuestro día a día, a fin de fortalecer en nuestros entornos familiares, escolares y laborales, una sólida cultura de paz. 


En este sentido, debemos dar un paso al frente y comprometernos con el respeto pleno a las demás personas, porque la paz no es una cosa ganada, sino que siempre se trata de una construcción que depende de nuestras acciones diarias.

Lejos de renunciar al festejo de la poesía, de la Primavera y de la historia de nuestro país, debemos celebrar de una forma proactiva, buscando en nuestro entorno la fraternidad y la generosidad con todas las personas, sin importar su color, su género o sus afinidades políticas e ideológicas. Así como se habla de ciencia abierta, podemos pensar también en un mundo donde la igualdad, el respeto y las oportunidades no sean prebenda de unos cuantos, sino derechos a los que todas y todos podamos acceder y disfrutar. Estoy segura de que, haciendo un compromiso común, será posible cambiar la realidad que vivimos, para lograr la paz que todos añoramos.

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión.

 

Cargando Minuto a Minuto...
Cargando Otras noticias...