De calcetines disparejos y comunicación inclusiva
Las representaciones de la diversidad siempre son importantes.
El viernes pasado circularon muchas fotos e historias de gente con calcetines que no son compañeros, por ejemplo, un calcetín azul con puntos amarillos y otro verde con líneas moradas. Esta iniciativa se hace más visible cada 21 de marzo, que es el Día Mundial del Síndrome de Down. Las disparidades en los calcetines son una forma de crear conciencia en torno a esta alteración genética causada por la presencia de un cromosoma extra, es una forma de reconocer esas diferencias, valorarlas y abrazarlas.
Esto me lleva a hablar de la comunicación inclusiva, una línea de investigación y de trabajo en comunicación que está creciendo y que tiene muchos retos. La comunicación inclusiva tiene que ver con la accesibilidad y las representaciones justas. Comienzo por la accesibilidad. El mundo está diseñado para personas sin discapacidades y, en esa línea, los dispositivos de comunicación digital y la inmensa mayoría de los contenidos mediáticos también. Eso dificulta el acceso a la información, los medios y la tecnología digital para personas que tienen alguna condición diferente, entre lo cual se incluye a las discapacidades físicas, sensoriales, intelectuales, así como las neurodivergencias. Por años, estas personas se han tenido que adaptar a un mundo que no fue diseñado para ellas. En términos de comunicación inclusiva, es necesario garantizar que la información esté disponible en formatos accesibles, por ejemplo, mediante el uso de subtítulos, lengua de señas, braille y/o algunos otros elementos. Esto ya ocurre en los canales oficiales de instituciones como el Gobierno de México, el Congreso, el INE y los institutos electorales de los estados, que cuentan con traducción simultánea en lengua de señas. Aunque hay avances, se requiere un esfuerzo mayor para diseñar dispositivos y producir contenidos accesibles para todas las condiciones.
Por otro lado, es importante avanzar hacia las representaciones justas. Por muchos años, las personas con discapacidad han sido invisibilizadas o mal representadas en los contenidos mediáticos. Representarles de manera respetuosa implica nombrarles apropiadamente, mostrarles como son, evitar estereotipos y rechazar toda forma de discriminación. El año pasado, cuando hablaba en este mismo espacio sobre la ceremonia inaugural de los Juegos Paralímpicos en Francia, invitaba a la audiencia a pensar en las series y películas que vemos, los reality shows, pero también en los noticieros y preguntarnos cuántas personas con alguna discapacidad aparecen ahí y cómo se les presenta. En este sentido, las representaciones de la diversidad siempre son importantes, como un asunto de justicia porque son parte de la sociedad y deben estar ahí, pero también para que las propias personas con discapacidad tengan referentes o figuras con las cuales identificarse. Los calcetines disparejos que mencionaba al principio son una forma de identificación y una búsqueda de visibilizar y sensibilizar en torno a la diferencia.
En suma, como sociedad tenemos una deuda enorme con las personas con discapacidad en muchos sentidos. Hablamos de diversidad, equidad e inclusión —sí, de este lado todavía lo hacemos—, pero no estamos traduciendo eso en acciones, no lo suficiente. Necesitamos trabajar mucho como sociedad en temas de comunicación inclusiva y confieso que lo digo con pena, como alguien que habla más de un idioma, pero no sabe lengua de señas, ni braille, ni tiene claridad sobre cómo comunicarse con personas con alguna discapacidad cognitiva. Tengo y tenemos mucho por aprender.
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