El Ogro Filantrópico del siglo XXI
El escritor Octavio Paz acuñó el término “Ogro Filantrópico”, refiriéndose al monstruo compuesto por la burocracia gubernamental y el partido hegemónico, que se hacen pasar por el Estado.
Por varias décadas, México vivió bajo la tutela de un Partido de Estado que promovía una simbiosis entre el gobierno y el partido gobernante; con un modelo estatista en el que el Estado funcionaba con una burocracia partidista que personalizaba a las instituciones; y con un diseño institucional opaco en el que existía un sistema de castigos y recompensas que hacía funcional al sistema mediante la represión, compra, o cooptación de los liderazgos sociales.
Para describir a esta etapa, el escritor Octavio Paz acuñó el término “Ogro Filantrópico”, refiriéndose al monstruo compuesto por la burocracia gubernamental y el partido hegemónico, que se hacen pasar por el Estado. Es un Ogro, porque su poder es brutal, omnímodo, usa ese poder para castigar y reprimir a las disidencias. Pero es filantrópico, poque a sus leales les premia y les encumbra en la política, y al pueblo le trata con paternalismo, dándole las dádivas suficientes para impedir una sublevación. Así, tiene bajo su tutela personalísima todos los aspectos institucionales que hacen funcionar a la sociedad.
Al Ogro Filantrópico del Siglo XX se le intentó extinguir en el año 2000, cuando el PRI perdió el poder presidencial y comenzó la etapa de la alternancia partidista. Así, se cortó el vaso comunicante entre la histórica burocracia gubernamental y la rancia militancia partidista; para ello, en nuestro país cambió el diseño institucional para dar contrapesos y transparencia al ejercicio del poder.
Ahora, el poder gubernamental y la militancia partidista vuelven a tener esa simbiosis. El gobierno sirve al partido, y el partido gana la posición del gobierno. Se eliminan las instituciones que dan contrapeso y transparencia al ejercicio de poder, se configura un Partido de Estado, y el ejercicio de la función pública vuelve a ser personalísima. De esta manera, el Ogro Filantópico renace en el Siglo XXI, legitimado por mayorías electorales que han perdido de vista nuestra historia.
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