¡Hasta siempre, Ricardo!

Un día de enero de 2013 estaba yo en el cine con Ricardo Chávez. Una mujer nos observaba y, a la salida, cuando íbamos platicando, lo abordó diciendo algo como “usted tenía un programa de cine en Radio Universidad”. Lo reconoció por la voz, pese a que habían pasado siete años desde que Ricardo y otros trabajadores y colaboradores habían sido despedidos injustificadamente de Radio UAA. Aquella señora no quiso perder la oportunidad de decirle lo mucho que lo apreciaba y que lo extrañaba. Me quedó claro entonces que Ricardo había dejado huella no solo en las personas que estábamos cerca de él, sino también en quienes lo conocían solamente a través de la radio.

Conocí a Ricardo Chávez, como mucha gente, por su voz. Debió ser a finales de los años 90 cuando lo escuchaba en el noticiero matutino de Radio Universidad. Después fue mi jefe, en 2001, cuando hice mi servicio social como reportera de noticias en esa emisora. En los meses ahí aprendí de radio y de periodismo, quizá más que en las aulas; pero, sobre todo, ese espacio fue también para mí y para otros una gran escuela de derechos humanos y reconocimiento del otro. Me sorprendía que Ricardo tenía una visión tan clara de las cosas, se adelantaba a los acontecimientos y todo eso se traducía en el trabajo que se hacía en los informativos de Radio. En aquel tiempo era mi jefe y años después se convirtió en mi amigo.

Quienes conocimos su trabajo sabemos que la radio, los medios en general y la gestión cultural en Aguascalientes le deben mucho. Su labor periodística en Radio Universidad fue clave. También lo fue su impulso para el cine, mediante el programa Fotograma, que se producía y transmitía en Radio Universidad, y el Cine Club Digital, que presentaba propuestas cinematográficas alternativas; ambos proyectos con Mónica Zárate en la Universidad Autónoma de Aguascalientes. A esto se sumó la creación y coordinación del Festival de Cine Aguascalientes con el Instituto Cultural de Aguascalientes y también su participación en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara. Fue también consejero distrital en el entonces Instituto Federal Electoral.

Quienes, además de todo, tuvimos su amistad, sabemos que era un hombre muy generoso, directo, irreverente y líder nato. Vivió intensamente, conoció tanto, aprendió tanto y enseñó mucho más. Fue a estudiar con una beca a la Unión Soviética cuando todavía se llamaba así y no era común para las y los jóvenes estudiar una temporada fuera del país. Hablaba español, inglés y ruso. Vivió en México y Canadá. Viajó a la India, China, Tailandia, Uzbekistán, Israel, Polonia, Francia, España, Perú, Estados Unidos y más. Además del cine, amaba la música y la comida, fue capaz de ir al otro lado del mundo solo para ver a Goran Bregovic en vivo y cada vez que viajaba hacía crónicas del viaje, en las cuales la gastronomía local jugaba un papel central. Viajó (casi) todo lo que quiso. Alguna vez me dijo que esos viajes a lugares tan lejanos y tan ajenos debía hacerlos cuando todavía era medianamente joven y la salud lo permitía, que dejaría para después los viajes menos demandantes, a lugares más simples de transitar. ¡Qué bueno que lo hizo! ¡Qué bueno que lo hizo a tiempo!

Ricardo Chávez Pérez murió el viernes 24 de febrero de 2023. Una de las películas que conocí con él y vi más de una vez con él fue La tumba de las luciérnagas, una película de animación japonesa que aborda los horrores de la guerra y, más allá de ella, presenta una reflexión sobre la vida y la muerte. Como los hermanos de esa película, me pregunto “¿por qué duran tan poco las luciérnagas?” Ricardo ya no está, pero su voz sigue y seguirá siendo un referente.

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