Inteligencias artificiales: los datos, el medio ambiente y el futuro

En los dos años más recientes, la inteligencia artificial ha sido un tema clave. Sea que se discuta sobre las posibilidades creativas, para diseñar imágenes, sonidos e historias; sobre las posibilidades funcionales, para facilitar tareas rutinarias; o que se hable sobre las implicaciones éticas, el desplazamiento de trabajadores —como reclamaban actores y escritores en Estados Unidos en la huelga del año pasado—, la producción de imágenes y noticias falsas y más. Pero vale la pena explorar los modos en que la inteligencia artificial ha sido y es representada en la ficción. En la literatura hay obras como Yo, Robot de Isaac Asimov; también hay series clásicas como El Auto Increíble; y películas como 2001: Odisea del espacio de Stanley Kubrick y Her de Spike Jones; entre muchas otras. 

Se dice que la ficción anticipó la realidad y que algunas historias inspiraron los posteriores desarrollos tecnológicos, que las interacciones que tenemos con los dispositivos nos evocan aquello que ya vimos en la literatura, el cine y la televisión y abren reflexiones clave sobre nuestro futuro. En la semana escuché dos series de ficción en podcast que fueron lanzadas este verano. Se trata de Selección Natural y Delete. Las dos abren preguntas sumamente relevantes en torno a las inteligencias artificiales y nuestra relación con ellas y con el mundo. 

Delete es una historia dirigida por Álvaro de Cózar, coproducida por ING y SummerStory. Esta nos traslada al año 2075, cuando la humanidad ha agotado la capacidad de almacenamiento del planeta, a partir del crecimiento exponencial de los datos, las inteligencias artificiales y la obsesión por conservarlo todo. En la historia, hay una comisión que debe decidir qué conservar y qué borrar. Es una decisión éticamente complicada, pero necesaria. En la reflexión se conectan el lado más material de las infraestructuras digitales con las preocupaciones humanas más íntimas sobre la memoria. Con frecuencia olvidamos que todos los datos que producimos, compartimos, consumimos y guardamos ocupan espacio. No lo vemos, porque hemos creído esta metáfora de la nube, pero se trata de servidores físicos que están en algún lado, que se han multiplicado y que, como necesitan enfriamiento, consumen agua, electricidad y más recursos, que tienen un impacto ambiental. En el lado humano, la discusión está en torno a lo que queremos conservar y lo que podemos olvidar. En este sentido, la historia abre una reflexión importante sobre la memoria y el olvido. ¿Realmente necesitamos conservarlo todo? ¿Qué implicaciones tienen nuestros hábitos en el presente y tendrán en el futuro? De hecho, la historia es parte de un programa de ING sobre bienestar digital.

Por otro lado, Selección Natural es una ficción sonora escrita por Julio Rojas. En la historia, un experto en cambio climático, interpretado por Álvaro Rudolphy, interactúa con una inteligencia artificial, interpretada por Danna, es decir, se trata de una actriz y cantante humana, cuya voz es reconocible, que con cierto tratamiento se vuelve ligeramente artificial. La historia explora la relación entre seres humanos e inteligencias artificiales. Además, traen a cuento un tema clave: el cambio climático, en un futuro en que la humanidad terminó de arrasar con todo lo que había y dejó de ser posible. Hay un plan, casi como el de Thanos en Avengers Endgame, de desaparecer parte de la población para que el planeta logre ser sostenible, al menos un tiempo más. 

Aunque son ficciones diferentes, ambas expresan preocupaciones por los modos en que estamos usando los recursos y almacenando datos, que tienen implicaciones en las infraestructuras y en el planeta. Recientemente se mostraban datos sobre los vasos de agua que se gastan cada vez que hacemos una pregunta a ChatGPT. En un mundo donde buscamos tener más eficiencia, más creatividad, más estímulos y más todo, es fundamental que reflexionemos sobre los costos medioambientales de nuestros hábitos y decisiones.

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