La inutilidad de los gobiernos
La conclusión es que los gobiernos funcionan mal y muy mal en general, y debieran limitarse a hacer razonablemente bien únicamente aquello a lo que están obligados como la seguridad.
Se ha vuelto parte del lenguaje cotidiano decir que es muy burocrático cuando nos queremos referir a algo o alguien que es lento, ineficiente o incompetente. Y aunque esto es más marcado en países como México y América Latina, lo cierto es que pasa en muchas partes del mundo. La moraleja es que hoy los gobiernos, a todo nivel, tienen más dinero, son más grandes y más visibles, pero al mismo tiempo más inútiles, más caros y más obesos.
Pese a ello, en la academia, en las opiniones en los medios o en grupos de estudio creen que todo se resuelve cobrando más impuestos. Esta es una de las tonterías más grandes que se oyen ahora. Es cierto que algunos impuestos como la tenencia deben ser reestablecidos, que el predial hay que actualizarlo periódicamente y que el IVA hay que generalizarlo, pero hay otros que debieran ser reducidos o de plano eliminados.
Aun así, el problema central es que la forma en que están organizados los gobiernos y la forma como funcionan está mal y es urgente cambiarla radicalmente. Quisiera dar varios ejemplos.
En Aguascalientes, según el INEGI alrededor del 75% de la población se queja del estado de las calles y los baches o de las crecientes fallas en la provisión del servicio del agua o del deterioro infernal de la movilidad, todo lo cual es literalmente cierto y en algunos casos un verdadero desastre.
En muchas ciudades de México hay que hacer filas eternas para hacer un trámite en los departamentos de tránsito, rellenar muchos formularios en papel y luego esperar una respuesta que nunca llega. Los emprendedores se lamentan de que las regulaciones para abrir un negocio son lentas y corruptas a todo nivel, y hay que ir de una ventanilla a otra para gestionar los permisos, razón por la cual se pierde tiempo, dinero y empleos productivos.
En el gobierno federal la situación es catastrófica. Esta semana la secretaría de Gobernación no tuvo acceso a internet porque le debe al proveedor 63 millones de pesos desde enero de 2024. Pemex le debe a proveedores y contratistas 362 mil millones de pesos por lo menos desde 2021. Y ni qué decir de la provisión de servicios de salud y educación de calidad, que son ahora una tragedia por donde quiera que se le va. No se trata de si la escuela de la esquina abre todos los días, sino de si los niños aprenden y aprenden bien las matemáticas o la lectura.
En Estados Unidos, el tiempo entre que se otorga un permiso de construcción y su inicio se ha duplicado desde la década de los 90. En Gran Bretaña, los tribunales laborales se enfrentan a enormes retrasos debido a la escasez de jueces, y las audiencias están programadas para 2026. El sitio web de la oficina de pasaportes de Australia dice que el tiempo de procesamiento de una solicitud es de "mínimo seis semanas".
La conclusión es que los gobiernos funcionan mal y muy mal en general, y debieran limitarse a hacer razonablemente bien únicamente aquello a lo que están obligados como la seguridad, la educación y la salud de calidad, los servicios públicos y la movilidad. Lo que los países, los estados y las ciudades necesitan con urgencia son gobiernos más pequeños, más profesionales, más preparados y más abiertos a aprender de las buenas prácticas. Justo lo que hoy por hoy no tenemos.
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