Llegamos Todas: Doña Ifigenia, de la lucha por el voto a entregar la banda presidencial

Nadine Cortés

Este nuevo capítulo es de todas las mujeres y la llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia no es solo un logro personal, sino el resultado de décadas de lucha por la igualdad y la justicia. Doña Ifigenia, que nació cuando las mujeres no podían votar desafió las normas para abrir camino en la política.

Nadine Cortés

El 1 de octubre de 2024, la historia de México cambió para siempre. Claudia Sheinbaum tomó protesta como la primera presidenta del país, pero no fue solo la imagen de una mujer al frente de la nación lo que capturó la atención del mundo. Fue quien le entregó la banda presidencial: Doña Ifigenia Martínez, un ícono de la lucha democrática y feminista. Su vida encapsula la travesía de todas las mujeres mexicanas, desde la negación del voto hasta la conquista del poder. En ese instante, más que un simple símbolo protocolario, se cerraba un ciclo de lucha, uno que no empezó ni terminó con Sheinbaum, sino que pertenece a todas las mujeres que han abierto caminos a lo largo del tiempo.
Doña Ifigenia nació en 1925, casi tres décadas antes de que las mujeres mexicanas pudieran siquiera votar. Su historia es la de un país que durante siglos mantuvo a las mujeres fuera del espacio público y político. Y, sin embargo, Ifigenia Martínez se atrevió a desafiar esas barreras. Economista brillante, académica y una de las pioneras de la lucha democrática en México, su vida ha sido un ejemplo de resistencia frente a un sistema que durante demasiado tiempo relegó a las mujeres a la sombra.
Verla entregar la banda presidencial a Sheinbaum no fue casualidad. Martínez representa a las generaciones de mujeres que, como ella, rompieron techos de cristal y desafiaron las normas impuestas. Fue testigo y protagonista de un México que se resistía a reconocer la plena ciudadanía de las mujeres. Hoy, casi 100 años después de su nacimiento, entrega el máximo símbolo del poder a una mujer, cerrando el círculo que comenzó cuando las mujeres ganaron el derecho al voto en 1953. La imagen de estas dos mujeres en el momento de la transición del poder es un recordatorio claro: llegamos todas.
De la Negación del Voto a Gobernar el País: Un Legado Colectivo
La llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia no es solo un logro personal, sino el resultado de décadas de lucha por la igualdad y la justicia. Para entender este momento histórico, es fundamental reconocer a las mujeres que allanaron el camino, muchas de las cuales han sido invisibilizadas por la narrativa oficial. Mujeres como Amalia García Medina y Patricia Mercado, quienes, a su manera, contribuyeron a abrir las puertas para que hoy una mujer esté al frente de la nación.
Amalia García Medina, nacida en 1951, llegó a la política en una época en la que las mujeres apenas comenzaban a reclamar espacios en el poder. Dos años después de su nacimiento, en 1953, las mujeres mexicanas obtuvieron el derecho al voto. Sin embargo, su plena participación en la vida pública seguía estando limitada por estructuras profundamente patriarcales. Amalia no solo rompió esos límites, sino que se convirtió en gobernadora de Zacatecas, demostrando que una mujer no solo podía votar, sino también liderar. Su carrera ha sido una constante batalla por la justicia social y los derechos humanos, siempre al servicio de un México más equitativo.
Patricia Mercado, por su parte, nació en 1957, en un México que, aunque había dado pasos hacia la inclusión de las mujeres en la política, seguía siendo un país donde las mujeres eran la excepción, no la norma, en los altos cargos de poder. Como candidata presidencial en 2006, Mercado no solo propuso un programa político, sino que lanzó un desafío al status quo al presentarse como una mujer progresista con una visión feminista de la nación. Aunque no ganó, su candidatura fue una declaración contundente: las mujeres ya no solo votaban; también podían contender seriamente por el poder.
El trabajo de estas mujeres y de muchas otras que han permanecido en el anonimato fue esencial para que Claudia Sheinbaum pudiera llegar a donde está hoy. No se trata de un logro aislado, sino de una cadena de esfuerzos que ha permitido que este momento histórico sea posible. En el ascenso de Sheinbaum no solo llega ella: llegamos todas.
Un Nuevo Capítulo, Escrito por y para Nosotras
El momento en que Claudia Sheinbaum se colocó la banda presidencial marcó el inicio de una nueva era para México, una que ya no puede ignorar el papel central de las mujeres en la vida pública. Pero este hito no es el final de una lucha; es solo el comienzo de una historia que, finalmente, está siendo escrita por las propias protagonistas. La presencia de Doña Ifigenia Martínez en ese momento simbólico, junto con la historia de Amalia García y Patricia Mercado, nos recuerda que este triunfo no es de una sola mujer, sino de todas aquellas que han sido invisibles en las páginas de la historia oficial.
La historia de las mujeres en México ha sido una de silencios impuestos y logros ignorados, pero ahora es el momento de contarla en su totalidad. La toma de protesta de Claudia Sheinbaum es un recordatorio de que el cambio no ocurre de la noche a la mañana, sino que es el fruto de generaciones de lucha, sacrificio y esperanza. Y aunque el camino aún está lleno de retos, lo que queda claro es que llegamos todas.
Este nuevo capítulo es de todas las mujeres que soñaron, pelearon y resistieron para que este día llegara. Desde Doña Ifigenia, que nació cuando las mujeres no podían votar, hasta Amalia García y Patricia Mercado, que desafiaron las normas para abrir camino en la política, este es el triunfo de una historia que finalmente comienza a escribirse desde nuestra voz. Llegamos todas, y lo mejor está por venir.

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