Los hechos y las realidades de Aguascalientes

Otto Granados

Los estados y los gobiernos exitosos son los que reúnen cabeza, carácter, conocimiento y capacidad. ¿Será posible?

Otto Granados

Una de las características de estos tiempos es que prácticamente todo se puede medir y, como es bien sabido, lo que se puede medir se puede mejorar. Esto significa que al hacer un balance acerca de cómo va una ciudad, estado o país es relativamente sencillo ponerle números, datos y evidencias que permitan calibrar en donde están exactamente parados.

Pues bien ¿dónde está Aguascalientes hoy en algunos de los indicadores más sensibles? Veamos.

  1. La primera fotografía tiene que ver con la corrupción real o percibida. De acuerdo con el Índice de Competitividad Estatal 2025 del IMCO, en Aguascalientes el porcentaje de la población urbana que afirma que las “prácticas corruptas en el estado son frecuentes y muy frecuentes” llega al 75%, lo que supone que el estado es el quinto con peor resultado en este renglón a nivel nacional.

La pregunta pertinente es por qué y probablemente tiene que ver con aspectos cuyo común denominador es que el fenómeno parece haberse “institucionalizado”, es decir, se han normalizado las prácticas corruptas en trámites para conseguir permisos, licencias, contratos, compras, etc. que representan 60% del problema según los estudios de la consultora KPMG.

  1. El segundo gran cuello de botella es que la economía de Aguascalientes crece por debajo del objetivo necesario. A diferencia de otros sexenios donde se alcanzaron tasas promedio anuales entre 4.6% y 5.8%, de 2022 a 2024 el crecimiento apenas ha rozado el 2%, y en el segundo trimestre de 2025 va en 0.9% anualizado, muy lejano del 4.1% que sería deseable.

Naturalmente, esto ha tenido un efecto negativo en la creación de empleos formales, que hasta agosto del presente año llegaban solo a 4,548, mientras que el objetivo para ese mes eran 10,400. Es muy probable que este mismo rezago explique el aumento del empleo informal de 40.4% a casi 42%.

  1. La tercera debilidad reside en la relación entre educación y empleo. De acuerdo con la encuesta de ocupación del INEGI del segundo trimestre de este año, hay en Aguascalientes 10,519 personas que cuentan con educación media superior y superior, pero que no tienen trabajo, lo que muestra un tremendo desequilibrio entre la oferta del egreso académico y la demanda del mundo laboral. La moraleja es muy sencilla: no se trata de abrir escuelas sin ton ni son o universidades patito, sino que se requiere proveer educación de muy alta calidad para formar talento en áreas de punta y estrechamente vinculada a lo que realmente exige la economía local.

Volvamos al principio: ¿cuál es el balance que nos ofrecen estos datos?

En comparación con una parte del país, Aguascalientes ha tenido históricamente un relativo éxito por tamaño, cohesión social, urbanización, industrialización y administraciones más o menos eficientes. En el PIB 2024, el estado ocupa la posición 26 por tamaño, un valor comparativamente modesto. De hecho, la participación de Aguascalientes en el PIB nacional ha permanecido estancada los últimos veinticinco años entre el 1.2 y 1.3 por ciento.

Ante ese desafío ¿cómo transitar hacia una economía más avanzada y evitar la trampa de la mediocridad, la zona de confort o del ingreso medio?

El próximo gobierno que arranque en 2027 necesitará un mapa de navegación realista, focalizado, informado, sostenido y consistente en tres áreas clave: crecimiento económico, desarrollo urbano, y educación y talento, y una hoja de ruta para identificar cuáles son las prioridades estratégicas y organizar en torno de ellas el diseño, la formulación y la ejecución de las políticas públicas.

Por lo pronto, lo único cierto es que los estados y los gobiernos exitosos son los que reúnen cabeza, carácter, conocimiento y capacidad. ¿Será posible?.

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