México independiente

Otto Granados

El ejercicio que llamamos independencia deriva del crecimiento integral sostenido y equitativo del país

Otto Granados

En el imaginario popular, la idea de la Independencia se ha reducido con el tiempo a ocupar un cierto número de páginas en los libros escolares, a convertirse en un componente rutinario del calendario folclórico y hacer una fiesta que congrega a miles y miles en las plazas públicas para dar el grito como vimos el viernes pasado. Pero en pleno siglo XXI, ¿qué significado real tiene? Lo más probable es que poco.

En la cultura cívica mexicana, la independencia ha sido un terreno de coincidencias, ya sea como un dato histórico o como elemento retórico, entre otras cosas, es una extensión de lábaro patrio en el que se incluye una mezcla de nacionalismo, timidez y desconfianza ante lo externo, pero en la práctica ya es una idea de su uso porque hoy vivimos en un mundo interconectado, globalizado y en donde a las nuevas generaciones les importa poco esta fecha.

Hasta finales de los años 80, funcionó más o menos como evento cívico, pero en los hechos no tuvo resultados en otras variables de importancia para el país como su inserción económica internacional o sus niveles de competitividad, ni tampoco contribuyó a fortalecer realmente la soberanía nacional, a disminuir la dependencia económica externa o a otorgarle a México un protagonismo muy relevante en el escenario internacional, de hecho ninguna de esas cosas ocurrió. En consecuencia, es hora también de dotar a esa noción de Independencia de nuevos contenidos más realistas.

El México del siglo XXI es un país de poco más de 120 millones de habitantes, con otros 12 millones viviendo fuera de él y unos 26 millones más de segunda y tercera generación. Es la décima sexta economía en el mundo, en el año 2022 el valor de las exportaciones de bienes y servicio, petróleo incluido, fue de 578.000 millones de dólares, mientras que las importaciones totales sumaron 605 mil millones de dólares.

Comparte la segunda frontera más extensa con el país más poderoso del planeta, del que ya es su primer socio comercial, y la frontera entre Tijuana y San Diego la cruzan más de 300 millones de personas al año. Hay más de 34 mil empresas de inversión norteamericana en México y suscritos 14 Tratados de Libre Comercio que comprenden 50 países, un número más alto que cualquier otra nación.  

Entonces, todo eso supone un complejísimo entramado cotidiano de regulaciones, aranceles, mecanismos de vigilancia, logística, movimientos migratorios, agencias públicas, seguridad y un largo etcétera, y, por lo tanto, en un país con estas características las nociones tradicionales de independencia y de soberanía ya no funcionan y, sin embargo, el tema sigue siendo un aspecto traumático de nuestra cultura cívica y lógicamente de la forma como México se relaciona con el exterior, basta ver las ridículas cartas del presidente de España o el espectáculo cívico que siempre se da en las noches del 15 de septiembre o las frases acostumbradas de como México no hay dos.

En pleno siglo XXI, va siendo entonces hora de que México y los mexicanos se vuelvan mucho más abiertos y receptivos con el mundo exterior, de identificar que en un mundo global que es interdependiente cualquier país necesita precisar, cuáles son sus prioridades y quiénes son sus socios amigos o aliados y debe, por lo tanto, asumir los compromisos ventajas y costos derivados de selección y actuar en consecuencia.

El ejercicio soberano de lo que llamamos independencia no deriva de gritos, declaraciones o de retórica, sino del crecimiento integral, sostenido y equitativo del país y la preservación de una visión renovada de independencia consiste en asegurar que estos objetivos se alcancen. No se trata desde luego de ignorar las lecciones de la historia, sino precisamente de fortalecerlas mediante una educación, una comprensión de la historia más madura y segura y un conjunto de políticas que tengan claras las prioridades estratégicas en un mundo que ha cambiado para siempre. Diría el refrán “mucho grito pero pocas nueces”.

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión

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