Mujeres: entre el mérito y las cuotas
Representa la transformación de estructuras históricamente desiguales que han dificultado el acceso de las mujeres a posiciones de poder.
En política, la paridad de género significa que mujeres y hombres participen, por igual, en la toma de decisiones tanto en cargos de elección como en la administración pública. Este principio fue elevado a rango constitucional en 2014, obligando a las autoridades mexicanas –y en especial a las instituciones electorales– a adoptar las medidas necesarias para que cuando menos el 50% de las candidaturas y nombramientos sean ocupados por el género femenino.
Durante la última década, la balanza de los sexos alcanzó el equilibrio en los poderes Ejecutivo y Legislativo. El Poder Judicial, tradicionalmente alejado de la voluntad popular, ahora se somete a dicho mandato en Aguascalientes, donde el 1° de junio se elegirán magistraturas del Supremo Tribunal de Justicia del Estado y del Tribunal de Disciplina Judicial, así como la integración de los Juzgados de Primera Instancia.
Para cumplir con ese propósito, los Poderes Públicos debieron distribuir equitativamente la postulación de mujeres y hombres. El Instituto Estatal Electoral de Aguascalientes (IEE) también hizo su parte: además de incluir en las boletas electorales instrucciones para inducir un voto paritario, aprobó reglas para garantizar la paridad de género en la asignación de cargos jurisdiccionales, como parte de las actividades que la Legislatura delimitó para su actuación derivado de la reforma judicial.
Este reglamento establece los pasos a seguir en caso de que los resultados de la contienda no cumplan con la proporción de mujeres y hombres prevista en la Constitución Política del Estado de Aguascalientes. Para que las magistradas y juezas sean al menos la mitad de los 65 puestos en disputa, se aplicará un procedimiento de tres etapas: pre asignación, asignación de cargos y conformación de listas de reserva para futuras vacantes.
A diez años de la reforma que introdujo la paridad en México, persisten las voces que aseguran que desplaza los méritos y votos del género masculino. Sin embargo, no es solo una repartición numérica, representa la transformación de estructuras históricamente desiguales que han dificultado el acceso de las mujeres a posiciones de poder y, aún más importante, la representación de sus demandas e intereses en los espacios donde se toman decisiones que nos afectan a todas las personas.
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