#NiUnaMenos

Dorismilda Flores-Márquez

Nombrar a las víctimas, en un país como este, es doloroso porque se ha vuelto permanente

Dorismilda Flores-Márquez

Ariadna Fernanda López Díaz, Lidia Gabriela Gómez, María Carmela Vázquez, Mónica Citlalli Díaz Reséndiz, Sandra Alejandra Guerrero Oropeza. Espero que tengamos presentes esos nombres, porque son de cinco mujeres cuyos cadáveres fueron encontrados en días recientes.

Sandra Alejandra Guerrero Oropeza tenía 29 años. Desapareció el 27 de octubre de 2022 en Aguascalientes, su cuerpo mutilado fue encontrado el 29 de octubre en la carretera 45 norte.

Ariadna Fernanda López Díaz tenía 27 años, fue vista por última vez en la Ciudad de México el pasado 30 de octubre, fue asesinada en circunstancias que todavía no quedan claras. Su cadáver fue encontrado un día después en una carretera de Morelos.

Lidia Gabriela Gómez tenía 23 años, el pasado 1 de noviembre en Iztapalapa se lanzó de un taxi en movimiento, ante el miedo, porque el conductor del taxi tomó un rumbo distinto.

Mónica Citlalli Díaz Reséndiz tenía 30 años y era maestra de inglés. El 3 de noviembre salió de su casa en Ecatepec, rumbo al trabajo, después desapareció. Seis días después, el 9 de noviembre, su cuerpo fue encontrado en bolsas de plástico y cobijas en la carretera México-Cuernavaca.

María Carmela Vázquez era integrante del colectivo Personas Desaparecidas en Pénjamo y madre de Osmar Zúñiga Vázquez, desaparecido el 14 de junio pasado. María Carmela fue asesinada el 6 de noviembre en su domicilio, en Abasolo, Guanajuato.

Esto no es la nota roja, es nombrar a las víctimas para recordar que no son cifras, sino vidas truncadas, personas con biografías, responsabilidades y sueños. Nombrar a estas cinco mujeres asesinadas hace necesario enfatizar que no son las únicas. Además de ellas, ha habido otras en el mismo período y muchas más antes.

Nombrar a las víctimas nos lleva también a pensar que la violencia feminicida tiene condiciones muy específicas. Hay quienes dicen que a los hombres también los matan y es cierto, pero la violencia contra las mujeres tiene características que aluden a la condición de género, por ello se requiere que en estos casos las instancias ministeriales, policiales y periciales investiguen con perspectiva de género y que esto se extienda también a los medios en la cobertura informativa.

Nombrar a las víctimas, en un país como este, es doloroso porque se ha vuelto permanente. Todos los días hay nuevos casos de feminicidios, ataques y desapariciones de mujeres, de ahí que se hable del feminicidio como emergencia nacional.

Hace dos años y medio, la colectiva feminista Las Brujas del Mar convocó a hacer un acto simbólico el 9 de marzo de 2020, #undíasinnosotras. La intención era pensar qué pasaría si desapareciéramos todas. Hacer evidente la ausencia implicaba traducirla en pérdidas económicas, en función de la participación de las mujeres en la vida productiva. Pero, como acción simbólica, era programada.

Ninguna de las mujeres desaparecidas o asesinadas todos los días tuvo oportunidad de programar qué pasaría después, quién se haría cargo de sus familias o de sus responsabilidades en el trabajo o la escuela, porque los feminicidios cortan de tajo esas trayectorias.

Este es un llamado para mantener la memoria de las víctimas, exigir justicia por ellas y para dejar de naturalizar estos crímenes. No tenemos por qué aceptarlos como normales, porque no lo son.

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión

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