Obras son amores y no buenas intenciones
La lectura de estas encuestas tiene dos opciones. Si son buenas, todo está bien. Si son malas deben servir para que las autoridades honestamente tomen conciencia.
Cada tres meses, el INEGI realiza una encuesta nacional (ENSU) para conocer cual es la percepción de las personas acerca de la inseguridad pública, el desempeño de los gobiernos, sobre todo municipales, en 91 ciudades del país, entre ellas Aguascalientes, y acerca de las 12 o 13 principales problemáticas urbanas que más afectan o complican la vida cotidiana.
Ahora bien, la lectura de estas encuestas tiene dos opciones. Si son buenas, todo está bien. Si son malas deben servir para que las autoridades honestamente tomen conciencia de donde están fallando y hacer todo lo necesario para corregir y mejorar porque esa es su obligación ante la ciudadanía.
Desde hace varios trimestres que los datos para la ciudad de Aguascalientes no son buenos y conviene detenerse en algunos de ellos que vienen en la del primer trimestre de este año.
El primero es que cuando le preguntan a la gente si el gobierno, sobre todo municipal, es efectivo para solucionar problemas, solo 39 de cada 100 personas dice que sí, o sea que 61 personas dicen que no. Este es un dato relevante porque las nuevas generaciones de funcionarios y burócratas creen que saliendo en las redes o haciendo actividades para la foto es suficiente y no es verdad.
Esto demuestra dos cosas. Una que hay serios problemas de gestión, de liderazgo, de eficiencia o de equipo. La otra es que suponer que con aparecer en las colonias a las 5 o 6 de la mañana, dar instrucciones o repartir colchones se solucionan los problemas es un grave error porque lo que la gente quiere son resultados concretos.
Y déjeme hacer un símil: en Aguascalientes hay una cadena de tiendas de conveniencia que tiene unas 260 sucursales; jamás se ha visto que el líder o director de esa cadena ande de tienda en tienda a ver si ya llegó el pan porque se asume que toda la cadena funciona bien. Bueno, eso es justamente lo que los burócratas no saben hacer: tener equipos, procesos y sistemas eficientes de principio a fin.
Allí reside probablemente la razón de otros malos resultados que salieron en la encuesta del INEGI.
Por ejemplo, 71 personas de cada 100 se quejan del mal estado en que se encuentran las calles y avenidas de la ciudad, es decir baches, hoyos y etc. 70 personas de cada 100 reportan fallas y fugas en el suministro de agua potable, un porcentaje que ha sido sistemático desde que se remunicipalizó ese servicio y que habrá que analizar con todo rigor para evaluar si esa decisión fue correcta o bien ha fracasado.
Casi el 43% critica que hay coladeras tapadas por acumulación de basura; 40% reporta que el alumbrado público es insuficiente, y el 32% dice que los parques y jardines están descuidados. En cambio, una buena es que solo el 22% de las personas dice que hay ineficiencia en el servicio de limpia y recolección de basura, o puesto a la inversa: 68 de cada 100 están satisfechos con el servicio, una buena tradición por cierto que se ha conservado ya por varias décadas por fortuna.
En suma, es urgente que el municipio haga un ejercicio crítico de sus fallas o como se dice ahora de sus áreas de oportunidad porque el balance no es el mejor. Y no se trata de un problema de comunicación, ni de cercanía, sino de eficiencia, de profesionalismo, de equipo y de demostrar que comprenden los problemas y son capaces de solucionarlos.
Como decía un respetado político mexicano: solo hay dos clases de funcionarios: los que explican y los que resuelven.
Ya veremos cuál de los dos tenemos aquí.
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