Para qué los Ople

Hilda Hermosillo Hernández

Los Ople son un pilar del federalismo electoral que hoy garantiza diversidad y equilibrio en la vida democrática del país.

Hilda Hermosillo Hernández

Los Ople: nadie puede decir para qué sirven. Para la mayoría son desconocidas las cuatro letras que nombran a los Organismos Públicos Locales Electorales, encargados de organizar las votaciones en cada estado del país. Después de seis años en un Ople, mi familia sigue creyendo que trabajo en el INE. No les culpo, como para muchas personas estas siglas eran desconocidas hasta que el anuncio de una reforma electoral las colocó en el centro de la noticia. La extinción de los mal llamados "INE locales" se discutirá a inicios del siguiente año. 

Por si alguien pregunta, los Ople sirven para convertir la voluntad popular en gubernaturas, ayuntamientos, congresos estatales y, en su caso, autoridades indígenas. Es fácil decirlo, pero implica registrar candidaturas, imprimir boletas, organizar debates, gestionar el programa de resultados electorales preliminares, vigilar que la contienda sea justa. Además, impulsan la educación cívica y la participación ciudadana en plebiscitos, referéndums y otros mecanismos que permiten tomar decisiones en sus respectivas entidades federativas. Desde 2014, operan en coordinación con el INE que lleva a cabo las elecciones a nivel nacional de Presidencia, Cámara de Diputaciones y Senado; emite credenciales para votar, administra el registro nacional del electorado, instala casillas y fiscaliza el gasto político. A este reparto de tareas entre distintos ámbitos de autoridad se le conoce como federalismo. 

Dicho arreglo institucional ha permitido a la democracia amoldarse a cada localidad, pues no es igual convocar a elecciones en el estado de Aguascalientes, que en Nuevo León, Oaxaca o Guerrero. El federalismo hace posible confeccionar un traje a la medida de cada territorio, lo que exige conocer la historia local, comprender sus condiciones sociopolíticas y convertirse en autoridades de primer contacto en lo político-electoral. 

Sin embargo, la Presidencia de la República ha expresado su intención de reescribir el sistema mexicano de elecciones y posiblemente centralizar la renovación de los poderes públicos -federales y locales- en una sola autoridad nacional, lo que transita por desaparecer a los organismos en busca de ahorrar recursos. A espaldas de la marea rosa, ríos de tinta presagian una muerte silenciosa, acusándolos de costosos, impopulares y hacer lo mismo que el INE. 

Quizá sea cierto, nadie sabe para qué sirven y, sin embargo, los Ople son un pilar del federalismo electoral que hoy garantiza diversidad y equilibrio en la vida democrática del país. No son INE locales, no se trata de duplicados, sino de engranajes distintos que cumplen funciones complementarias en un mismo sistema. La centralización anula la posibilidad de que las elecciones respondan a las realidades políticas, sociales y culturales de cada estado. Tampoco es cierto que mantenerlos sea un lujo: su presupuesto es justo frente a lo que representan en términos de legitimidad, cercanía y confianza ciudadana. Costoso podría llegar a ser desmontar instituciones locales y trasladar la responsabilidad a la federación. 

Hacemos votos para que todas estas implicaciones sean consideradas en las discusiones en un futuro próximo, mientras tanto el trabajo es y sigue siendo la mejor defensa institucional.

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión.

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