Perdiendo el foco
En la discusión de los asuntos públicos de la semana, parecen estar pesando más las opiniones que los hechos.
La atención sobre los asuntos públicos se divide entre muchas líneas, sobre todo en semanas como esta, que parece que pasa todo en un corto tiempo. Ahora mismo hay noticias y discusiones en torno a la protesta de los productores agrícolas que continúa en estados como Guanajuato, el asesinato del alcalde Carlos Manzo en Uruapan, el acoso que sufrió la presidenta Claudia Sheinbaum, los resultados de las elecciones de gobernadores y alcaldes en Estados Unidos, y mucho más.
En este sentido, mi reflexión de hoy va en torno a los modos en que discutimos los asuntos públicos. De entrada, en los casos que mencioné como en otros, es importante distinguir entre hechos y opiniones. Los hechos efectivamente ocurren, están documentados y ahí el periodismo es clave. Las opiniones se basan en las valoraciones que hacemos sobre lo que ocurre, lo que vemos, lo que hacemos, a partir de distintas perspectivas.
Por ejemplo, Zohran Mamdami ganó en las elecciones para la alcaldía de Nueva York. Eso es un hecho. Si yo digo que eso hace interesante el contexto político estadounidense, que su triunfo y el de otras y otros demócratas representa un contrapeso político y cultural frente al dominio republicano, o si voy más allá y digo que abre una ventana de esperanza en medio del odio, estoy haciendo una valoración de esos resultados.
Las opiniones al respecto son valoraciones hechas en función de muchas cosas. Si conozco el contexto, si me identifico con los demócratas o los republicanos, si me identifico con políticas progresistas o no. En fin, hay muchas capas en la conformación de una opinión.
En la discusión de los asuntos públicos de la semana, parecen estar pesando más las opiniones que los hechos. Entre opiniones, algunas son fundamentadas, pero otras rayan en las descalificaciones y los prejuicios.
Por ejemplo, parece que el punto clave es descifrar si el acoso sexual que vivió la presidenta fue un montaje en vez de entender el acoso como problemática. Y parece que el punto clave es saber si los productores agrícolas realmente son pobres o no, en vez de entender la crisis del campo. En otras palabras, me parece que estamos perdiendo el foco de los asuntos clave.
En el terreno de las opiniones, se puede o no coincidir, porque nuestras sociedades son muy diversas. Como plantean filósofos del conflicto, como Miguel Benasayag, el desacuerdo es inherente a la experiencia humana. Es normal no estar de acuerdo con todos, justamente porque somos diferentes.
Lo que no deberíamos seguir normalizando es partir de los prejuicios y las descalificaciones para discutir sobre los asuntos públicos y sobre lo que sea.
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