Perspectiva: Domar al dragón
Por fin legislaron los aranceles a los productos chinos y asiáticos para el 2026
Por fin legislaron los aranceles a los productos chinos y asiáticos para el 2026. La agobiada industria automotriz nacional tendrá un respiro, al igual que la textil y otras que no podían competir con los productos asiáticos. Miguel Salim, representante de Guanajuato en la Cámara de Diputados, encabezó la propuesta que dará vida a la industria nacional y un buen respiro. Porque es imposible competir con países asiáticos, y menos aún con China bajo las circunstancias actuales.
El gigante asiático tiene devaluada su moneda hasta en un 30 % según expertos. Además, cuenta con una capacidad de producción que supera a la de todo el mundo. Su productividad va en aumento cada día. Son tan competitivos que hace unos meses BYD, la marca que se adueña del mundo, bajó en un 35 % los precios para ganar mercado en su propio país. El gobierno, preocupado por la deflación, tuvo que intervenir para evitar una guerra de precios interminable.
Está muy claro en los números lo que sucede: las últimas cifras indican que México importará 129 mil millones de dólares y exportará sólo 9 mil millones a China, sin contar el contrabando. El desequilibrio comercial es un freno al crecimiento y un dren de recursos que en nada favorece el crecimiento de nuestra economía. Perdemos empleo y crece la capacidad ociosa de nuestras plantas. Algunas tienen que cerrar. No es cuestión de cerrarse a la globalización, al comercio internacional; es un asunto de vida o muerte para muchas de nuestras industrias, como la automotriz. China, a pesar de los aranceles impuestos por Donald Trump, aumentó su superávit comercial con el mundo a un billón de dólares (millón de millones) en tan solo 11 meses. Terminará el año con un superávit 10% mayor que el de 2024.
Los aranceles también constituyen un ingreso para el erario. Las necesidades del gobierno federal aumentan más rápido que la recaudación. Con un ingreso de impuestos de unos 40 o 50 mil millones de dólares provenientes de todas las importaciones asiáticas (excluyendo los países con los que tenemos tratados de libre comercio), habrá más dinero para los programas sociales y de infraestructura. Los aranceles van a ayudar a que el PIB crezca, según pronostica Hacienda.
Lo que aún no sabemos es cuánto estarán dispuestos a absorber los fabricantes chinos para no perder el mercado que hoy devoran. Los autos tienen un arancel del 20 %, al cual se le añadirá un 30 % para alcanzar el 50 %. Las autopartes también tendrán aumento. En Estados Unidos, por ejemplo, no se pueden importar autos chinos que puedan conectarse a la red y, si se cumple con esta ley, el arancel es del 100 %.
El gobierno había pospuesto los aranceles, pero llega el momento de negociar el T-MEC y México no puede llegar con las manos vacías. Para conformar el bloque de Norteamérica, hay que alinearse. No es posible gastar el superávit que tenemos con Estados Unidos en traer mercancías, vehículos y equipo de Oriente.
El lado negativo será para los consumidores, quienes verán un aumento en los precios de muchos productos. Si el impuesto se dividiera entre el productor y el consumidor, también tendríamos inflación. Nada es gratis.
El mayor beneficio sería que fabricantes de excelencia como BYD instalarán plantas aquí o compraran algunas que quedaron sin funcionar. En Europa entraron con todo a pesar de un arancel del 38 %, pero ahora fabricarán en Turquía. Recordemos cómo Geely rescató a Volvo de la bancarrota con gran sabiduría administrativa. Esperemos que México siga siendo un país propicio para la inversión.
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