Perspectiva: El derrumbe no avisa
“Cuando llueve, siento la arena caer de los techos; el derrumbe no avisa”. Habitante de un viejo edificio en La Habana
Los cubanos la están pasando más mal que nunca con apagones constantes, falta de comestibles y derrumbes cotidianos de los viejos edificios sin mantenimiento. El tiempo, la salinidad del mar y algo que llamamos entropía han convertido las ciudades en lugares que parecen surgidos de películas de terror. La basura se amontona en las calles porque no hay combustible para los camiones recolectores. No hay pintura en las paredes ni vidrios en las ventanas.
Por si fuera poco, el dengue y la chikungunya afectan a miles de pobladores que no cuentan con atención médica ni con medicamentos para atenderse. En días pasados hubo reclamos con cacerolazos. El país es una metáfora perfecta de los viejos edificios del Malecón de La Habana, el sistema comunista; el modelo autoritario comienza a soltar arena de sus techos y sus cimientos se hunden bajo el pretexto eterno del “bloqueo”.
A mediados de año, México apoyó a Cuba con envíos de combustible para que, literalmente, el país no se apagara. La presidenta Claudia Sheinbaum justificó el envío, equivalente a unos 3 mil millones de dólares, como un acto “humanitario”. Fue poner un polín para detener toda la estructura política, como un contrafuerte temporal ante el derrumbe inminente, ese que no avisará.
Lo único que ganó el régimen comunista de Raúl Castro y de Miguel Díaz-Canel fue algo de tiempo, el mismo que perdió la población, porque regresó al mismo punto de apagones, escasez y desesperanza.
Cuando los agricultores mexicanos pedían ayuda en los precios de garantía del maíz, criticaban con razón, que México haya enviado 50 mil millones de pesos a Cuba y no protegiera la producción nacional. La única forma de comprender esa ayuda “humanitaria” a Cuba es bajo la recomendación de AMLO, ya que ello implica un conflicto serio con Estados Unidos. Por lo que vemos no sirvió de mucho, jamás nos pagarán y lo más probable es que la ausencia de Nicolás Maduro en Venezuela, precipite ese derrumbe anunciado desde hace años.
El muro de contención construido por México, Venezuela, Rusia e Irán no durará mucho porque Cuba no produce y cuando lo hace, vienen los apagones. Su situación es tan precaria que su ingreso por habitante apenas alcanza los 2 mil dólares al año, algo inferior al de los países pobres del sur de África. Tampoco puede durar mucho el engaño del bloqueo norteamericano, porque simplemente no existe. Cuba puede comerciar con todo el mundo; no está limitado a uno o dos países.
El resurgimiento del movimiento de Corina Machado, su premio Nobel, y la presión de Trump sobre Venezuela van a desencadenar cambios en el hemisferio. La dirección del viento no sopla en favor de la izquierda radical: Ecuador, Bolivia, Argentina, Paraguay y ahora Honduras modificaron su rumbo; Chile seguro lo hará en las próximas elecciones, aunque ese país tiene una izquierda moderada e ilustrada.
Será interesante conocer la postura de México en 2026 ante esos cambios. Tenemos la renegociación del tratado de libre comercio con Canadá y Estados Unidos; tenemos el Mundial, que pondrá al país bajo la mirada de todo el mundo. Lo más sensato sería apoyar la transición democrática en Venezuela y Cuba, el único camino para la reconstrucción de esos dos países asolados por dictaduras pseudosocialistas.
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