Perspectiva: La invasión llega en un folder
Hay algo más poderoso que una invasión física: un folder de información
Marco Rubio, el secretario de Estado, visita México sin la idea de invadir para detener narcotraficantes; tampoco amenaza con drones artillados, ni siquiera un piquete de “marines” para secuestrar a otro líder del narcotráfico. Hay algo más poderoso que una invasión física: un folder de información.
El encuentro de la presidenta Claudia Sheinbaum con Rubio deberá ser todo lisonjas y saludos de la Casa Blanca. Se hablará de los logros en la contención del tráfico ilegal en la frontera de drogas como de personas. Al final de la visita, veremos sonreír a la Presidenta y a Rubio. Los mensajes fuertes llegaron antes.
A Rubio, quien es descendiente de emigrados cubanos, le gustaría ver durante su gestión una Cuba libre y próspera. Sería para él un triunfo inobjetable que lo pondría cerca de la candidatura republicana en 2028. Jugando a las contras, México hace lo imposible para sostener la dictadura: manda petróleo porque no tienen cómo generar energía; envía ayuda “humanitaria” y paga carísimos servicios de 2 mil doctores esclavizados. Cuba vive de la limosnas de tres lugares: remesas desde Miami y dádivas de Venezuela y de México.
Durante seis décadas —excepto el sexenio de Vicente Fox—, México apoyó a la dictadura como un contrapeso a la política intervencionista de los Estados Unidos. Después de entregar miles de millones de dólares en subsidios y limosnas, ningún avance hay en la isla. Están peor que nunca. Cuando finalmente llegue la libertad, lo terrible será descubrir que la política exterior mexicana fue una farsa.
Seguro que el canciller Juan Ramón de la Fuente dará largas al asunto y dirá que la ayuda de México a los hermanos cubanos es “humanitaria”, que no estamos apoyando a la dictadura y bla, bla, bla. La respuesta de los personeros de Rubio será contundente. Solo necesitan entregar una copia de otra copia de una carpeta con información sobre una mínima parte de lo que han cosechado durante las charlas “amistosas” con los narcotraficantes extraditados por México.
Con dos o tres funcionarios indiciados por el canto de los “narcoterroristas”, sería suficiente para poner de cabeza al gabinete de México. El gobierno de Trump rompió a tres instituciones bancarias con solo sugerir que lavaban dinero al narco. Fueron bancos pequeños que no representan un problema grave para las finanzas nacionales. Imaginemos que Rubio quita la visa a Adán Augusto López, líder del Senado, por haber permitido la asociación de su ex jefe de Seguridad Pública con carteles denominados “terroristas”. O que revele quién está detrás del huachicol fiscal. La CIA, la DEA y el FBI tienen toda la información del flujo de divisas de políticos y empresarios ligados al crimen organizado.
No solo en las cuentas de bancos norteamericanos, también en paraísos fiscales como Panamá o las Islas Caimán; que decir de las Bahamas o cualquier otro lugar. Cada que alguien paga con una tarjeta de crédito, queda un registro; cada transferencia puede ser interceptada. Los vecinos saben todo. Esa es su mejor carta. Sería una estupidez usar drones o soldados para lastimar al vecino.
Muchos pensamos que no estaría mal que Trump lograse destronar las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Incluso países donde gobierna la izquierda como Brasil y Chile, estarían de acuerdo. México, por desgracia, es otro rollo.
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