Perspectiva: La larga sombra de Diego

Enrique Gómez Orozco

Porque la riqueza súbita del exgobernador Diego Sinhue Rodríguez es inexplicable si consideramos sus ingresos como funcionario público

Enrique Gómez Orozco

La sombra de Diego Sinhue Rodríguez sobre la gobernadora Libia García, resultó más larga de lo que imaginábamos. Su vecindad campestre tiene algunos significados que van más allá de lo que aparece a simple vista.
Primero hay algo que aclarar: la propiedad de Libia que publicamos el lunes, de 2 hectáreas rústicas con una casa y amenidades deportivas, está al alcance de dos profesionistas como la gobernadora y su marido, el Dr. Juan Carlos Montesinos. Con ahorro y una hipoteca no tienen problema en adquirir un patrimonio de esa naturaleza. El tema es la vecindad con el exgobernador. No solo en cercanía física sino en lo que se refiere al dominio político y moral.


Libia, en su natural cercanía con Diego, omite la explicación de la súbita riqueza de su mentor. La mejor muestra es el sigilo que guarda ante el mayor despojo de la historia de Guanajuato, la concesión de la carretera que tiene un valor de al menos 3 mil millones de pesos, extraída del patrimonio de los guanajuatenses con firmas de los funcionarios de Diego, unas horas antes de dejar el poder.


Porque la riqueza súbita del exgobernador Diego Sinhue Rodríguez es inexplicable si consideramos sus ingresos como funcionario público. Durante su gestión dijo que se dedicaría a ser empresario, pero no tenía emprendimientos visibles. Para jubilarse en Woodlands, Texas, es necesario tener un nivel de ingresos de entre 300 y 400 mil dólares al año sin contar el mantenimiento de sus tierras y caballos. No se explica su fortuna sin hacer negocios desde el gobierno, desde el poder.


El desprendimiento del estado de una concesión carretera, en detrimento de los ciudadanos de Guanajuato y el daño patrimonial a nuestra entidad, no tiene precedentes en 47 años de ser espectadores de la vida pública. Convertir una fuente de ingresos segura y constante del erario en un bien privado que puede hipotecarse por unos tres mil millones de pesos es de una audacia que refleja el estado mental de un gobernador sin límites.


Por donde se le vea, entregar una concesión de ese valor a cambio de que un tercero haga un negocio es inconcebible. Sólo lo podemos entender desde el interés particular del gobernador y no del interés público que debió de proteger. Tan es así que los permisos, los trazos, la compra de las tierras por donde pasaría una nueva concesión privada no estaban listos cuando se firmó el despojo. Quizá aún no lo están.


Libia puede convertirse en un cómplice más del despojo si no quiere ver con objetividad la maroma que inventó su antecesor al cuarto para las doce de su salida. Quienes tendrán que pagar durante los próximos 30 años un peaje para llegar a casa en la ciudad capital pronto caerán en cuenta del destino del peaje. Los habitantes de las principales ciudades del estado no pagan peaje por llegar a casa. El compromiso original de la caseta de cuota era pagar por la inversión original, algo que sucedió hace muchísimo tiempo.


La carretera Silao Guanajuato costó 13 mil millones de pesos hace 36 años (13 millones sin los tres ceros que le quitaron a la moneda). Sería bueno que Libia se libere de la muy larga sombra de corrupción que tuvo el sexenio de Diego Sinhue Rodríguez. Sostenerse en el despojo tampoco tiene precedente.

-

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión.

Cargando Minuto a Minuto...
Cargando Otras noticias...