Perspectiva: México y Texas

Enrique Gómez Orozco

¿Por qué los texanos producen 8 veces más que nosotros?

Enrique Gómez Orozco

Los números nos dan una idea clara de la diferencia entre México y Texas. Nuestra historia nos dividió hace casi dos siglos, cuando perdimos esa colonia en 1836. Sus habitantes decidieron formar una “república independiente” que Estados Unidos anexó en 1848. Hoy México tiene unos 130 millones de habitantes y Texas 30. Nuestro territorio es tres veces más grande que la colonia que perdimos (1.96 millones contra 0.69 millones de km2).


Si seguimos con las cuentas, vemos que Texas produce 2.7 billones de dólares por año y México 1.4 billones. Los 31 millones de texanos, producen casi el doble que nosotros. La riqueza del vecino es visible en todo: infraestructura, crecimiento y nivel de vida. Su ingreso se acerca a 90 mil dólares por habitante y es tierra prometida para energía, industria espacial y tecnología de punta con la IA. No es solo el petróleo y el gas, las refinerías y el fracking lo que abunda aquí, hay una fiebre de inversión en casi todas las industrias que pocos estados o países tienen.


¿Por qué los texanos producen 8 veces más que nosotros? Es una pregunta que puede parecer tonta, pero no. Deben existir múltiples razones socioeconómicas y políticas por las cuales siempre nos preguntamos cuando cruzamos la frontera: ¿por qué tanta diferencia?. Además, buena parte de la riqueza proviene de nuestros paisanos que emigraron desde hace décadas y de muchos que llegaron aquí antes de Donald Trump en su primer periodo. La población originaria de México o descendiente de mexicanos es un tercio del total. Lo lamentable es que cada día que pasa la distancia se hace más grande. En los últimos 7 años el estado vecino, creció su economía en un 22 %, mientras nosotros sólo el 9 %.


México enciende sus luces con gas de Texas y mueve sus vehículos con diésel y gasolina que importamos todos los días. Podemos decir que no somos dependientes de Estados Unidos sino de Texas.


El nuevo gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum y los funcionarios de Pemex comprendieron que el petróleo y el gas de esquisto que tenemos bajo el suelo, justo en la frontera con Texas, a nadie le sirve ahí. México abre las tierras de las cuencas de Burgos, Sabinas-Burro-Picacho, Pimienta y Eagle Ford (México) para extraer energía, antes de que el déficit crezca. Tomará años producir una fracción de los 5.7 millones de barriles diarios que sacan los texanos triturando piedras con modernos sistemas. También dan la razón, sin decirlo, a la reforma de Enrique Peña Nieto. Contratan a privados como Carlos Slim para que ayude a levantar la producción en 32 pozos.


Pronto el gobierno tendrá que ayudarse de la iniciativa privada para darle la vuelta a la absurda medida de exigir sea el productor mayoritario de energía eléctrica. Esperamos que lo haga antes de que terminemos con apagones que destruyen la productividad y la confianza.


A Texas lo hizo rico el emprendimiento, la educación, la atracción de capitales y el mercado vigoroso de todo Estados Unidos. A esta tierra le dio prosperidad la competencia de empresarios y trabajadores, las buenas universidades donde el mérito y los conocimientos generan riqueza como nunca. Por eso Elon Musk trajo su gigafactoría de Tesla a Austin y sus cohetes de SpaceX a Texas. Aquí hay una fiebre por emprender.

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