Perspectiva: Nostalgia de la fe

Enrique Gómez Orozco

"He llegado a la conclusión de que la realidad mata y la ficción salva". Javier Cercas

Enrique Gómez Orozco

Está en México el escritor español Javier Cercas, el más grande de los escritores vivos de España. Viene porque su último libro,  “El loco de Dios en el fin del mundo”,  llegó a México. Su novela abre, con su infinita curiosidad, la intimidad del papa Francisco y los adentros del Vaticano.
Toda la línea de lo que él llama “una novela” la concibe a partir de una pregunta que quiere hacerle a Jorge Bergoglio: su madre piensa que después de la muerte verá a su difunto esposo en la otra vida, ¿qué dice el papa?


Desde el principio el libro sólo es una novela porque tiene esa pregunta insistente. Cercas tiene cierta morbosidad de conocer la respuesta de Francisco, el papa más cristiano de nuestra época. Quiere llevar la respuesta a su madre que “tiene la fe del carbonero”. Para ella sería algo enorme recibirla en forma de mensaje directo de Francisco a través de su hijo.


La historia parte de una invitación del Vaticano para que vaya en un viaje a Mongolia con Francisco. Algo sorprendente porque Cercas es ateo. Perdió la fe, según confiesa, a los 14 años y eso lo hizo novelista. ¿Por qué los líderes intelectuales del Vaticano y el mismo papa querrían invitar a un externo, a un ateo declarado a viajar con ellos a Mongolia, donde sólo hay mil 500 cristianos católicos?


Descubrimos luego una segunda intención que se va formando a medida que Cercas estudia y conoce la vida de Francisco. Entonces la novela se convierte en muchas cosas: una intriga sobre un ateo invitado para que cuente un viaje; el mejor lienzo que hayamos tenido sobre la personalidad y el espíritu jesuita del papa; la estrategia política de Francisco al viajar a Mongolia; el encuentro con un papa misionero y anticlerical.


Para quienes tuvieron el privilegio de aprender de la religión y de la vida desde el espíritu jesuítico, el libro también es un recorrido por cierta “nostalgia de la fe”, como dice Cercas en una entrevista a Joaquín López Dóriga. Porque Francisco es un papa y un hombre contradictorio en el buen sentido del término. Su paso por la Iglesia ha sido el más revolucionario de los últimos tiempos, con una voluntad de renovación sólo limitada por el peso del conservadurismo que habita en varios países y en muchos sacerdotes ortodoxos clericales.


Para creyentes y nostálgicos de la fe, el viaje del “Loco de Dios al fin del mundo” es una experiencia fantástica indispensable. Un viaje intelectual, moral y espiritual de primer nivel, el escritor ajeno a dogmas, creencias y la propia Iglesia, logra comprender y retratar al hombre, al humanista, al líder de más de mil millones de católicos. Lo descubre en decenas de detalles y descripciones donde la novela se vuelve una crónica.


Para creyentes y miembros de la iglesia también es un viaje de interés, de reafirmación y comprensión. Si hubiera sido un libro escrito por un ferviente católico, perdería la objetividad, la sinceridad y el asombro que le da el ateo radical. Alguien que no hace controversia, que no juzga ni prejuzga a Francisco, sino un leal escritor de la realidad a la que él quiere llamarle ficción porque dice que es una novela, porque sólo sigue un enigma: qué dice Francisco de la “vida eterna” y la resurrección del cuerpo y el alma, como lo documentan las escrituras.

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