Perspectiva: Placas extranjeras

Enrique Gómez Orozco

Hay una salida que pueden tener todos los estados: unificar tenencias y hacer progresivo el pago de impuestos

Enrique Gómez Orozco

Hace algunos años un grupo de empresarios guanajuatenses dialogó con un gobernador de Guanajuato. Algo querían pedir o negociar para el gremio. Un político perspicaz hizo notar al gobernante (pudo ser Miguel Márquez) que las placas de sus autos no eran del estado.


Los vehículos eran de alta gama, de esos que pagan buenos impuestos en nuestra entidad y poco en San Luis Potosí o Morelos. Pedían mucho y pagaban poco. La historia viene a cuento porque cada día vemos más autos importados con placas “extranjeras” o de plano sin placas. Lamborghini de todos los colores sin placas; SUV Mercedes-Benz, Porsche o BMW de millones, con placas de otros estados. Sabemos también que son las distribuidoras de autos, en el justo afán de vender, quienes proporcionan el servicio de plaqueo en otros estados.


El problema, además de económico, es de ejemplo. Quienes compran coches de media gama pagan en Guanajuato, pero quienes compran caro tienen descuento en otros estados. Tampoco queremos juzgarlos; nadie está peleado con su dinero. Hay una salida que pueden tener todos los estados: unificar tenencias y hacer progresivo el pago de impuestos.


Quien tiene para comprar un vehículo de alta gama puede contribuir con más. Eso sucede en todos los países desarrollados. En Europa, el pago de impuestos sobre autos nuevos es superior al 35 % en España, entre IVA y matriculación. En los países nórdicos es superior al 50 %; en Dinamarca el impuesto puede ser superior al precio del auto.


Para evitar la triangulación de compra, en la Unión Europea el auto debe ser matriculado y pagar IVA en el lugar donde vive el comprador. Son muy estrictos y nadie se brinca las trancas. En la CDMX tenían el problema con Morelos y ahora quieren seguir el modelo europeo.


Si se aumentan los impuestos para los autos de mayor precio, podría hacerse un fondo de infraestructura. Nuestras calles y carreteras están destrozadas por el poco mantenimiento que dan los estados y municipios. Se dice que la tenencia se impuso en 1968 para hacer el gasto de las Olimpiadas, aunque la verdad es otra: fue Adolfo López Mateos quien la decretó en 1962 para cobrarse en 1963. En 1964 la economía creció un 10% sin que hubiera inflación. Fueron los mejores años en la economía del país.


Miguel Salim, nuestro diputado que genera buenas ideas para legislar, como la defensa de los viajeros de aerolíneas o poner un tope a los intereses moratorios, podría estudiar el caso. Sabemos que no es un tema popular, pero también entendemos que no se vale una competencia “desleal” entre estados.


Hay otro tema interesante: las placas. En los estados los gobernantes cambian de placas porque quieren ganarse un moche -tenemos evidencia de ello- y ponerles sus mensajes políticos con frases y colores. Juan Manuel Oliva y Diego Sinhue Rodríguez cambiaron todas las placas de todos los autos. A valor presente, tiraron más de 600 millones para pregonar su “Guanajuato, grandeza de México”. En su momento escribí que debió decir “Guanajuato, vergüenza de México” por el gasto de inutilizar millones de placas que todavía servían. En países desarrollados, los vehículos nacen y mueren con su placa. No hay necesidad de cambiarla. En Estados Unidos solamente cambian unas pegatinas baratas que dicen el año de vigencia de las tablillas.


Si aquí hiciéramos lo mismo, ahorraríamos miles de millones de pesos y tendríamos mejor control para la seguridad pública. Amén.

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