Perspectiva: Prioridades
Las grandes crisis nacionales surgieron porque no se tuvo el buen principio de saber qué es lo más importante
No lo pensaron, ni siquiera imaginaron que los agricultores iban en serio con el bloqueo de carreteras en todo el país. Las cosechas ya estaban listas para la venta, pero el precio de 5 mil pesos —o menos— por tonelada de maíz no ayudaba a recuperar la inversión en el campo. El gobierno los ignoró.
Se debió negociar a tiempo con los líderes del gremio para alcanzar acuerdos. Según datos históricos, los subsidios a los granos ascendieron a unos 2 mil millones anuales durante el sexenio de Enrique Peña Nieto. Llegada la 4T, aumentaron en 2019 a 6 mil millones. Ante la crisis del campo y la presión de los agricultores, el subsidio superó los 14 mil millones en 2024.
Este año será más; todo depende del volumen de la cosecha y del acuerdo final entre el gobierno y los líderes del gremio. Puede que se les entreguen 15 o 16 mil millones para garantizar la tranquilidad. Sabemos que no se cuenta con las reservas ni con los fideicomisos que se gastaron durante el sexenio pasado en obras inútiles. Pero vayamos a otra noticia reciente: Pemex “solo” perdió 60 mil millones de pesos en el tercer trimestre del año. Había perdido más en 2024. Este año se gastarán en la paraestatal unos 700 mil millones para cubrir sus pérdidas y pagar intereses de su abultada deuda. A Cuba le regalamos otros 57 mil millones de pesos por “razones humanitarias”.
Todo hogar o negocio, toda institución o gobierno debe tener prioridades; es la base de la buena administración: saber dónde ponemos los recursos y con qué eficacia los aprovechamos. Las grandes crisis nacionales surgieron porque no se tuvo el buen principio de saber qué es lo más importante. Con una fracción de lo que se pierde en Pemex, el Tren Maya, Dos Bocas y la CFE, podríamos tener seguridad alimentaria sin necesidad de importar tantos granos de Estados Unidos.
Porque no es lo mismo cultivar granos en el “Corn Belt” de Estados Unidos que en el Bajío, Michoacán y Jalisco. Sin buenos precios de garantía para los productores nacionales, se acaba la inversión. Por eso, capitalizar el campo es tan importante como administrar bien la extracción de petróleo y su refinación, o no limitar a los particulares en la generación de energía.
Todos los países desarrollados subsidian a sus productores campesinos. Japón, sin arroz, perdería su soberanía alimentaria. Francia tendría una revolución si no limitara las importaciones agrícolas de España o de países africanos. Hemos visto cómo tiran sus cosechas y bloquean carreteras cuando les va mal.
La dimensión del problema económico del campo es 40 veces menor que el gasto de 700 mil millones en Pemex. Otro gran problema son los desvíos. En Segalmex sustrajeron 15 mil millones, equivalentes a un año completo de subsidios. Qué decir del huachicol. Llegará el momento en que el presupuesto no podrá aguantar, como en aquel cuento infantil: “un elefante se balanceaba en la tela de una araña, dos elefantes…”
En el pasado sexenio se pidieron 6 millones de millones de préstamos para cubrir una administración que confundió las prioridades. Recuperar la brújula costará tiempo y sensatez en el gasto. Sin el apoyo del sector privado, será difícil que logremos las metas de crecimiento, y el campo es un sector de millones de mexicanos. El tema de la productividad debe ser una prioridad nacional.
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