Perspectiva: Solo hay un vivo y un tonto
El principal responsable siempre es el líder
De las anécdotas que cuentan del gobernador Juan José Torres Landa, hay una que pinta de cuerpo entero al gran líder guanajuatense. Un día recorría las obras de pavimentación en San Francisco del Rincón y había un defecto en una coladera. Llamó al residente de la obra y pidió que arreglara el problema; luego le dijo: “Mire, aquí, solo hay un vivo y un pend…y ese soy yo, si la obra sale bien, es mi responsabilidad, si sale mal, también lo es”.
Torres Landa asumía que todo lo que pasaba en el gobierno a su cargo era de su responsabilidad o corresponsabilidad. Hoy recordamos la enorme obra pública que transformó al estado, cuando existía una visión de futuro y no una de reparto de dinero. “A gastar en Las Vegas, a invertir en Guanajuato”.
El expresidente Andrés Manuel López Obrador también lo dijo, pero en distinta forma: “los negocios más jugosos y los actos de corrupción siempre llevaban el visto bueno del presidente de la República; no hay un negocio jugoso que se haga sin el visto bueno del presidente”. AMLO lo decía para explicar la corrupción de antes. Es cierto, un presidente es la persona mejor informada del país. Tiene acceso a todos los datos y a todos los documentos con solo pedirlo.
Regresando a Torres Landa, el principal responsable siempre es el líder. Si alguno de sus subordinados comete una gran falla de juicio o de honestidad, el presidente debe asumir que él lo ubicó en ese puesto; por tanto, existe una corresponsabilidad inmediata.
Cuando AMLO exoneró a su mentor, Ignacio Ovalle, él sabía que en Segalmex el robo de 15 mil millones no era responsabilidad de “malos expriistas, expertos en robar”, sino del director de la paraestatal y de él mismo. Si Pemex sufrió la embestida de corrupción más grande de su historia, fueron Octavio Romero Oropeza y el propio AMLO quienes lo permitieron al no parar el huachicol y el robo de petróleo y combustibles o, por lo menos, a disminuir la fuga de recursos públicos en la endeudada empresa. A nadie se le hubiera ocurrido poner una refinería patito y operar con el petróleo robado en Tabasco, salvo a personas ligadas a la paraestatal.
Si el almirante José Rafael Ojeda Durán, no se percató de los negocios de miles de millones que hacían sus sobrinos, era porque no quiso investigar y tomar decisiones, no simplemente poner una denuncia genérica en la FGR. Debió detener el contrabando que se daba en las aduanas delegadas a su cargo. Si el presidente lo sabía, porque es el mexicano mejor informado, ¿por qué no lo detuvo? Son preguntas que todos nos hacemos.
Derivar la responsabilidad a los subalternos, a la suerte o a factores desconocidos, no es forma de gobernar. Esta investigación apenas comienza. El huachicol debió encontrar canales de distribución y flujos importantes de efectivo que entraron a las instituciones, si no, cómo pagaban las compras de gasolina y diésel a empresas de Estados Unidos. Imposible que aceptaran efectivo.
La publicación digital Código Magenta, dirigida por el gran periodista Ramón Alberto Garza, dio cuenta del huachicol fiscal desde hace muchos meses. Cientos de miles de personas vieron en Facebook las pipas pegadas a los barcos, descargando ilegalmente y con gran peligro porque los buques tanque no se deben vaciar con mangueras pequeñas.
Esto no pudo darse sin una separación entre Palacio y Palenque.
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