Se trata de resolver no de engañar
México sigue dominado por la delincuencia organizada, el campo de exterminio en Guadalajara nos indica que el problema es bastante peor de lo que se dice
Un repaso rápido a los acontecimientos de los últimos días debiera preocupar a cualquier sociedad razonablemente sensata.
Si es por el lado económico todo indica que México padecerá otro año sin crecimiento económico, lo cual significa que la generación de empleos dignos y bien pagados será nula, y por más que se decreten aumentos al salario mínimo estos son insostenibles si no están fundados en la productividad, es decir, en cualquier momento la gente verá que esos empleos se pierden o que los salarios se los come la inflación. Nada más al cierre de diciembre del año pasado se habían perdido 405 mil empleos de los cuales se recuperaron 192 mil en los dos primeros meses de este año.
Si hablamos de inseguridad y violencia, México sigue dominado por la delincuencia organizada en buena parte de su territorio y el descubrimiento de un campo de exterminio en las afueras de Guadalajara nos indica que el problema es bastante peor de lo que se dice tanto en el país como desde EE.UU., y las presiones continuarán mientras siga la colusión y la complicidad del gobierno con el crimen organizado y con los carteles. El gobierno de Sheinbaum, alega que con López Obrador había 100 homicidios diarios y ahora nada más 75, lo que es tan inteligente como decir que antes alguien se caía del décimo piso y ahora nada más se cae del séptimo piso.
Y en materia de salud México sigue siendo el país con las tasas de “muertes evitables” más altas entre los países que están en la OCDE, es decir 665 muertes prevenibles o tratables por cada 100 mil habitantes, y la cosa empeora con la destrucción del seguro popular o con el recorte del 53% de los recursos a 23 estados en el llamado IMSS-Bienestar.
Bueno, son tan solo tres ejemplos del desastre que han significado los gobiernos de Morena para México. En cualquier otro país este escándalo ya hubiera provocado una revolución, pero en el nuestro el gobierno organiza un acarreo masivo de personas para ir a aplaudir a un gobierno que se dedica a arengar a la gleba con el viejo recurso del nacionalismo y la soberanía, en lugar de solucionar los problemas reales y concretos de las personas en la seguridad, la educación o las perspectivas de futuro para las familias, para sus hijos y para las generaciones venideras.
Y aquí surge el engaño que, en política, como bien sabemos, es autoengaño. Los políticos se obsesionan hasta la saciedad con la creencia de que la aprobación en las encuestas es el bien supremo del cual derivan todos los demás. Cada mañana, los gobernantes se despiertan con los resultados del día anterior y si son altos, las cosas marchan de maravilla; si son bajos, alguien debe pagar las culpas y algo espectacular debe hacerse para levantarlos.
A la sociedad le fascinaría que la varita presidencial la dotara mágicamente de riqueza y felicidad, y los gobernantes anhelan que la gente los cubra de besos y alabanzas. El mundo real, y el mundo de la política real, sin embargo, es completamente distinto, y mientras México no entienda esa trampa seguirá siendo un país mediocre, donde la educación pública es mala, la salud deficiente, las carreteras inseguras y las ciudades violentas.
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