Secta INCEL

Alan Santacruz

Así se nombra un movimiento de carácter sectario que agrupa a hombres heterosexuales de distintas partes del mundo

Alan Santacruz

Hace días, en el Colegio de Ciencias y Humanidades Sur de la UNAM de la Ciudad de México, ocurrió el atroz crimen perpetrado por un joven perteneciente a la llamada comunidad INCEL. En el suceso, falleció un estudiante y resultó herido un trabajador de la escuela. Antes del crimen, el asesino publicó en redes sociales mensajes misóginos en los que anunciaba el asesinato. 

A partir de ahí, en los medios comenzó a popularizarse la discusión sobre el fenómeno INCEL, la comunidad que agrupa a sus miembros, qué conceptualización tienen éstos sobre la masculinidad y la feminidad, y cómo su cuerpo ideológico propaga el odio misógino y llega a la comisión de crímenes.

Para comenzar, el tema de los INCEL lleva ya casi 30 años, primero en foros de internet y luego en redes sociales. La palabra INCEL viene del acrónimo en inglés de Involuntary Celibate, o Célibe Involuntario. Así se nombra un movimiento de carácter sectario que agrupa a hombres heterosexuales de distintas partes del mundo. Estos hombres suelen padecer problemas de autoestima y graves afecciones psicológicas derivados del machismo y los roles de género. En su concepción del mundo, ellos son célibes por culpa principalmente de las mujeres, y de manera secundaria, a causa de otros hombres que consideran más atractivos. Entonces, los INCEL enfocan su resentimiento hacia esos hombres y mujeres. 

De este modo, quienes se identifican como INCEL se reúnen en chats y foros digitales en los que comparten lenguaje y modismos cargados de misoginia; propagan discursos de odio, y fabrican cámaras de eco en las que validan sus ideas. Sin embargo, sucede que esa violencia y este odio no se quedan dentro del mundo virtual; esos valores moldean conductas que dejan de ser simbólicas y pasan a los hechos físicos.

Estos comportamientos en hombres heterosexuales parten de un cuerpo ideológico que cosifica, caricaturiza, y reduce a la mujer a una mera proveedora de satisfactores sexuales. Esto es una alerta sobre la violencia del sistema de opresiones basado en el género; es decir, la masculinidad tóxica, las relaciones insalubres y no equitativas, y la impostura del amor romántico. Si profundizamos, hablar del movimiento INCEL es hablar de cómo el machismo se impone, incluso a costa de la salud mental y emocional de los propios hombres, con una fuerte carga de violencia.

Por ello, hablar de la secta INCEL nos da la oportunidad de que los hombres podamos replantear cómo construimos nuestro rol de género, y cómo esto nos ha afectado a la hora de relacionarnos sanamente con otros hombres y con las mujeres. Esto es urgente, no sólo entre los hombres jóvenes y adultos, sino -sobre todo- con los niños, para procurar una mejor salud emocional y mental en las infancias, y un horizonte más equitativo y menos violento.

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Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión.

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