Ser estudiantes en México, una carrera con obstáculos

Dorismilda Flores-Márquez

No se trata de compadecernos ante toda la carga que traen, sino de aportar soluciones desde nuestras trincheras.

Dorismilda Flores-Márquez

En México hay más de 30 millones de estudiantes. De acuerdo con datos de la Secretaría de Educación Pública, en el ciclo escolar anterior, es decir, el 2023-2024, había 33 millones 62 mil 681 estudiantes en total, de los cuales 28 millones 393 mil 707 estaban en escuelas públicas y 4 millones 668 mil 974 en escuelas particulares. Por niveles, casi 24 millones corresponden a la educación básica, poco más de 5 millones a la educación media superior y poco más de 4 millones a la educación superior. Sin embargo, de esta última, la mayor parte corresponde a licenciatura, con más de 3 millones y medio de estudiantes; mientras que en posgrado se registraban 242 mil 400 estudiantes. Mientras el 90.6% de la población de 3 a 14 años asiste a la escuela, el escenario cambia a medida que crecen y apenas el 30.8% de la población de 18 a 23 años está en la universidad.

Más allá de las cifras, ¿qué viven las y los estudiantes en México en nuestros tiempos? Hay desigualdades sociales que se traducen en desigualdades educativas. Por un lado, hay diferencias importantes entre zonas urbanas y rurales, pero también en diferentes sectores de las propias zonas urbanas. El mismo informe de la Secretaría de Educación Pública permite ver que los niveles más altos de analfabetismo se dan en Chiapas, Guerrero y Oaxaca, y que este es mayor entre las mujeres de esos estados. Esto se relaciona con una serie de problemáticas, como las deficiencias en la calidad educativa, el rezago educativo y la deserción escolar, así como la imposibilidad de que la formación garantice la empleabilidad.

A esto hay que sumar la violencia tanto en los entornos urbanos y rurales como al interior de las escuelas, donde hay serios problemas de bullying y otras formas de violencia, que se exacerba contra las mujeres de todas las edades, así como contra personas LGBT+. En otras palabras, vivimos en entornos donde el camino hacia la escuela puede registrar problemas de inseguridad pública; pero las escuelas, que deberían ser entornos seguros, también pueden tener problemáticas de violencia en diferentes niveles.

Una de las preocupaciones más importantes de los años recientes va en torno a la salud mental. Se volvió muy evidente en tiempos de pandemia, ante los problemas de depresión, ansiedad y estrés que se relacionaron con el confinamiento, pero que también tenían raíces en lo que por muchos años fuimos normalizando. Si en las generaciones mayores —y un poco también en la mía— asumimos como normal la sobrecarga de trabajo, el estrés y a veces hasta el maltrato, las generaciones más jóvenes nos están recordando que la salud mental y emocional es clave en términos de relaciones humanas y sociales. En este sentido, se volvió una especie de bandera de las y los jóvenes.

Todos estos elementos afectan las posibilidades de niñas, niños, adolescentes y jóvenes de acceder a educación de calidad, desarrollarse plenamente en condiciones justas y convertirse en personas adultas responsables. No se trata de compadecernos ante toda la carga que traen, sino de aportar soluciones desde nuestras trincheras.

El informe Principales Cifras 2023-2024 de la Secretaría de Educación Pública puede consultarse en: https://www.planeacion.sep.gob.mx/Doc/estadistica_e_indicadores/principales_cifras/principales_cifras_2023_2024.pdf

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