Violencia criminal y Estado Mexicano

Alan Santacruz

El crecimiento de las organizaciones delictivas, ya sea gracias al amparo o a la omisión del aparato del Estado Mexicano, pone en riesgo el mantenimiento del tejido social a distintos niveles.

Alan Santacruz

El crecimiento de las organizaciones delictivas, ya sea gracias al amparo o a la omisión del aparato del Estado Mexicano, pone en riesgo el mantenimiento del tejido social a distintos niveles. En las últimas fechas han ocurrido ataques de la delincuencia organizada que nos permiten conocer su poder bélico y cómo utilizan este poder para impactar psicológicamente en la población, así como para desplegar su capacidad táctica con la finalidad de afrentar a la autoridad.

Esta semana -por ejemplo- en los alrededores de la capital de Sinaloa, hubo un ataque de la delincuencia en el que los grupos criminales utilizaron drones con explosivos. Estos implementos tácticos son los que se han utilizado por los ejércitos regulares en las guerras contemporáneas, desde la invasión estadounidense en Medio Oriente, hasta los conflictos actuales entre Israel y los territorios que busca ocupar, o en el conflicto entre Rusia y Ucrania.

En México, se ha documentado que los cárteles criminales están reclutando a militares en activo, exmilitares, o fuerzas guerrilleras -particularmente provenientes de Colombia- para fortalecer su capacidad de fuego. Según notas periodísticas, las autoridades federales han detectado que exmilitares y exintegrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia entrenan a los cárteles en la colocación de minas, uso de drones con explosivos y fabricación de diversos tipos de bombas dentro de su lucha por el control de territorios.

No sólo eso. La exhibición de la violencia con fines intimidatorios es evidente. Personas decapitadas, cadáveres expuestos en sitios públicos, letreros con mensajes dejados en el lugar de los atentados, asesinatos selectivos, y demás tácticas terroristas ponen en jaque no sólo a las fuerzas del Estado, sino a completamente a la población no combatiente. La forma en la que se desarrolla la violencia en México podría encuadrar perfectamente en la situación que viven países en guerra, gobiernos con insurgencia, o Estados que enfrentan al terrorismo.

Así, para que el Estado Mexicano conserve el monopolio legítimo de la violencia, y mantenga el orden social, debe no sólo desplegar sus recursos de inteligencia y contrainteligencia, sino atacar la parte financiera de las organizaciones delictivas, y dar golpes contundentes que desarticulen a las células criminales. Paralelamente, debe ofrecer a la población las posibilidades de desarrollo que impidan a la gente sumarse o legitimar la acción criminal. La tarea es ardua, y vamos tarde en ejecutar soluciones.

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión.

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