[CRÓNICA] Ciudad Gótica: “vengan como vienen en campaña”
La plaza principal es la sombra de un mezquite. Es el primer y último habitante. Ahí se reúnen los vecinos a discutir o dar avisos o divertirse y es, también, el corazón de Ciudad Gótica, un asentamiento irregular que se levantó al oriente de la capital entre un árbol endémico y un arroyo de aguas negras.
Un espacio puede describirse por lo que no tiene. Acá no hay escuela, no hay iglesia, teatro, museo, parque, clínica, farmacia, supermercado. Ni semáforos. Ni espectaculares.
En algunas calles no hay siquiera pavimento. No hay carnicería, frutería, tortillería. Hay tierra, monte y verde. Mucho verde alrededor de casas en obra negra. Algunas sin inquilinos, otras con paracaidistas.
Pero también un espacio se define por lo que sí: un centro de rehabilitación, tres tiendas de abarrotes, muros con pintura vieja de partidos políticos, casas sin techo, sin tinaco, sin aljibe, chamucos para la luz, un arroyo, dos basureros permanentemente quemados, un camino que lleva a la carretera donde pasa el único camión que te conecta a la capital. Y el mezquite al centro de todo como sugiriendo algo. Así es Ciudad Gótica.
Quizá porque nombrar importa es que no hay letreros que avisen cómo llegar a este lugar. Antes había uno, estaba en la carretera a la salida San Luis Potosí, pero se lo robaron para venderlo al kilo. Al menos eso piensa María Guadalupe Campos, la presidenta que en comunidad eligieron los habitantes de Ciudad Gótica hace 14 años. Ella lleva 25 viviendo ahí. Tiene una casa pequeña, siete perros y muchas peticiones para el gobierno, los gobiernos. Quien sea.
Al recorrer el lugar, una niña descalza se nos acerca. El sol cae como plomo pero ella sonríe y nos dice que su abuela es la lideresa y nos lleva con ella; se aleja corriendo, pasa por la calle principal, da vuelta a la izquierda, acaricia un perro, otro, vuelve a dar otra vuelta y al final, de una casa amarilla con más perros sale, amable y en ropas de quien no espera visitas, Guadalupe Campos.
La nena sigue descalza aunque ya había entrado a casa. La puerta tiene las siglas del barrio: Crisis 26.
“Yo me encargo de ir a pedir apoyos. Ahorita lo que estoy pidiendo es lo del alumbrado público que nos robaron todo el cable, nos dejaron sin luz”, dice Guadalupe Campos.
Se refiere a los postes de luz de la calle que da a la carretera. Desde hace dos años no tiene alumbrado público. Cuando el sol cae, caminan en la oscuridad entre escombros y maleza para llegar a sus casas: “hay personas que trabajan de noche, son las 12 de la noche y vienen caminando y está muy peligroso porque hay mucho maleante”, me dice incluso antes de empezar a grabar.
La entrevista transcurre en una banqueta, apenas a tres casas del domicilio donde en 2024 fue encontrado el cuerpo sin vida de un hombre, quien presuntamente habría fallecido por una “enfermedad” y llevaba días descomponiéndose. Estamos en la calle Gardenias. La versión de los vecinos es que en realidad se habría quitado la vida, pero nadie habla de los motivos.
Antes de conversar con nosotros, la presidenta de colonia se arregla el cabello con la mano mientras otros tres niños nos observan, uno de ellos sin playera, descalzo también. Durante toda la entrevista hombres jóvenes se acercan en motocicletas. Vigilan. Guardan su distancia. No dicen nada, observan y se van.
Guadalupe Campos cuenta que antes de ella otra mujer ya vivía en Ciudad Gótica: la señora Esperanza Piña, y fue ella la que puso el curioso nombre a este asentamiento porque, cuando atardecía, la ciudad se perdía.
“Que porque estaba perdida aquí la colonia. Perdida por cuestión de que nadie viene a darnos una vuelta”. Por eso se llama así el asentamiento, dice la presidenta.
En la verdadera Ciudad Gótica no existe un superhéroe ultrarrico con apariencia de modelo. No hay justiciero, tampoco máscaras o edificios como horizonte.
Aún así, los habitantes confían o tienen cierta esperanza en el Estado, esa figura a veces abstracta que en muchas ocasiones le gusta asumirse como eso que no es: un héroe.
Por eso todavía se alcanzan a ver lonas con el nombre de Lorena Martínez cuando militaba en el Partido Revolucionario Institucional (PRI). También las hay de Leo Montañez, alcalde reelecto de Aguascalientes o de la diputada Mónica Becerra, ambos del Partido Acción Nacional (PAN).
Por eso, quizá, uno de los muros más largos de la calle principal dice Chuya Díaz. En su momento su nombre era propaganda, pero ella hoy es senadora del blanquiazul. Y aunque desde el pasado proceso electoral (2021-2022, donde el PAN arrasó en las urnas) nadie los ha visitado, Guadalupe Campos pide como les pidieron su voto. Por eso insiste:
“No, pues ya tienen buen tiempo que no vienen. Desde las campañas electorales y ya no vinieron (...) Pues supuestamente nos prometieron que iban a venir a ver lo del alumbrado y porque yo también les pedí que nos ayuden con máquinas para que nos muevan todo el escombro que hay en la pasada”, pero nada.
Este reportero y el equipo de BI Noticias acudió en dos ocasiones a Ciudad Gótica, una en agosto y otra a finales de noviembre. Nada cambió. El escombro y los postes sin luz siguen igual: intactos del Estado.
En realidad no existe un dato sobre cuántas personas viven en este lugar. La lideresa estima que podrían ser 50 familias, aproximadamente. Y por eso una de sus mayores exigencias es la recolección de basura. Dos contendedores no son suficiente: “vienen cada 8 días”, dice, pero en menos de tres días los contenedores ya están llenos, rodeados de perros que desbaratan las bolsas para alimentarse.
Después, los mismos habitantes tienen que prenderles fuego para que no se acumule más y más el desperdicio.
Ciudad Gótica no está lejos de lo que se reconoce como la “mancha urbana”. Desde el centro de la capital son poco más de 20 minutos en automóvil. Una hora si se quiere llegar en camión, tomando la ruta 46, que te dejaría al filo de la carretera Aguascalientes-San Luis Potosí, para después caminar otros diez minutos a la calle Nochebuena. Como si se tratara de un jardín, todas las calles llevan el nombre de flores: Tulipanes, Nochebuena, Gardenias, Azucenas,
Aunque geográficamente están dentro de Aguascalientes, sus habitantes no se perciben como parte de la capital. Cuando hablan sobre trabajo y oportunidades, se refieren a Aguascalientes como un lugar ajeno.
La hija de Guadalupe Campos, por ejemplo, trabaja en Ciudad Industrial, a unos 25 minutos en auto. Una hora y media minutos en transporte público. 150 pesos en servicio de plataforma. Y cuando a su madre le pregunto por empleos me dice que tienen que buscar “en Aguascalientes, porque aquí no hay trabajo”.
Lo mismo pasa con los hospitales. Tener una clínica podría salvarle la vida a alguien. Lo mismo una patrulla. Lo mismo una ambulancia. Pero acá se atienen a pedir un taxi de aplicación para que los lleve al centro de salud más cercano, en la Guadalupe Peralta. No es un hospital, pero es algo.
“Cuando va uno enfermo o algo, se espera uno, pues ahí se muere la gente, porque también le hablan a las patrullas y también no viene. Les hablan a las ambulancias igual”, cuenta.
“Yo lo que les pido es que vengan y vean las casitas que se están goteando, para que las apoyen a la gente, que nos apoyen. Y más que nada lo del alumbrado de la entrada para acá. Y los contenedores. Y si pueden pues ayudarnos para limpiar todo eso que está de escombro. Y ya pues nosotros como vecinos ponernos listos para que ya no tiren tanta basura allí”, añade, y en lo que podría sentirse como un gesto de ironía, la lideresa parece estar agradecida con el PRI, ese sujeto político que durante muchos años acaparó los hilos del estado.
“Las calles nos las pavimentó -el exgobernador- Carlos Lozano”, quien fuera parte de los últimos gobiernos locales del tricolor como hegemonía, y que operaron alineados al expresidente Enrique Peña Nieto. “Él fue el que nos hizo las banquetas. Cuando él ya iba a salir, él fue el que nos hizo, por último, las banquetas (...) Y pues se lo agradecemos porque sí nos hizo caso”.
El sexenio de Carlos Lozano concluyó en 2016, cuando apenas por una diferencia de dos puntos el panista Martín Orozco Sandoval le arrebató la gubernatura al tricolor, cuya candidata era la exalcaldesa Lorena Martínez.
Es 31 de diciembre del 2025 y han pasado ya casi 10 años de la última gran obra en Ciudad Gótica que fue, ni más ni menos, tener algunas calles pavimentadas.
Mientras se regulariza este asentamiento, los vecinos piden lo mismo, lo mínimo: una visita.
“Pues que vengan y nos visiten, así como visitan a uno cuando hay campaña. Que vengan también a darse sus vueltas a ver qué es lo que necesita la gente, no, nomás cuando hay campaña. Que también vengan después de que ya agarran sus puestos, porque se olvidan de la gente, ya nada más agarran el puesto y se olvidan de la gente”, concluye.
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