¿Diplomacia o estrategia electoral?
Eso es la política, el diálogo. No la cerrazón
La reciente visita del secretario de Estados Unidos, Marco Rubio, ha generado reacciones mixtas en nuestro país, revelando con ello tensiones profundas entre la oportunidad diplomática y el riesgo geopolítico.
Aunque se ha presentado como un gesto de colaboración bilateral, sus implicaciones van más allá de los protocolos. Veamos las oportunidades.
Una seguridad compartida. Se reafirmó la cooperación en el combate al narcotráfico y al fentanilo, con acuerdos para agilizar la entrega de líderes criminales.
Por otra parte, el relanzamiento comercial; se acordaron barreras económicas y condiciones laborales para migrantes mexicanos bajo el marco del acuerdo Estados Unidos primero.
Un reconocimiento institucional por otra parte en donde Marco Rubio reconoció, elogió el nivel histórico de colaboración, lo que podría abrir nuevas vías de interlocución diplomática. Eso es la política, el diálogo. No la cerrazón. Ahora veamos las tensiones estructurales. Hay una presión simbólica y electoral.
La visita de Marco Rubio se inscribe en una estrategia global de Trump para proyectar fuerza instrumentalizando a México como escenario político.
Una narrativa asimétrica, el discurso estadounidense posiciona a México como un ejecutor subordinando los temas de seguridad y debilitando su soberanía jurídica.
El riesgo de distorsión bilateral, por otro lado, en temas sensibles como migración, comercio y derechos humanos podría ser subordinados a fines partidistas allá en Estados Unidos. ¿Cuál sería una lectura estratégica?
México debe transformar esta visita en una gran oportunidad para definir la relación bilateral desde una lógica de corresponsabilidad democrática. Esto implica, desde luego, reforzar la narrativa de soberanía en seguridad y migración.
También exigir reciprocidad en derechos humanos y comercio. Blindar jurídicamente sus decisiones frente a presiones externas.
Esto es sobre todo, exigir la soberanía externa como garantía del país autónomo y soberano que somos, pero también la soberanía interna, fortalecer las instituciones, crear y fortalecer, impulsar y apoyar una soberanía que dé como secuencia una ciudadanía crítica y sobre todo una capacidad de decisión autónoma; sobre todo en las urnas.
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