La democracia en México bajo escrutinio
El ridículo de no aplicar la Constitución puede soportarse si se logra lo prometido
"La unanimidad es sospechosa", escribió hace cuatro años el filósofo español Fernando Savater, especialmente en una democracia. Por lo tanto, de entrada no se aplicaría el remedio "democracia" al que tenemos en México: estamos más preocupados por los resultados del fútbol que por los tipos de elección, y desde luego, más interesados en conservar una pensión que en las 190,000 muertes durante el sexenio y los más de 50,000 desaparecidos, y así sucesivamente.
En Aguascalientes, desde el incidente del helicóptero "Halcón#1", no se ha fijado en la serie de hechos aislados, como fosas clandestinas, restos humanos tirados, etc.
Qué descaro habrá que decir que esta tontería seguramente proviene de la Presidencia de la República, que utiliza la amenaza de recortar o dejar de entregar recursos para las policías estatales, municipales y para la investigación y persecución de los derechos, especialmente cuando se trata del presupuesto, que es un instrumento que utiliza López Obrador para obligar a los Estados.
La petición no puede tener eco: piden una ilegalidad, una inconstitucionalidad, una incompetencia, que hay que señalar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos que condena a México a desaparecer la figura de la prisión preventiva oficiosa. El ridículo puede soportarse si se logra lo prometido: apoyo presupuestal, recompensa a los estados por ayudar al Presidente en su pleito confuso con la Suprema Corte, con la legalidad, con la justicia, con la democracia.
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