Perspectiva. El costo humano de una pugna

Enrique Gómez Orozco

AMLO refutó las cifras de su propio gobierno e insistió en que “la tendencia iba a la baja”.

Enrique Gómez Orozco

Las estrategias de seguridad pública en Guanajuato fracasan con un costo humano indecible. El trabajo de la Federación y del Estado no dan resultados y tenemos la peor tragedia humanitaria desde la Revolución.

El tema surge de nuevo en el programa mañanero de López Obrador. Las cifras son abrumadoras. En menos de 4 años, el país llega a 126 mil homicidios dolosos. Jorge Ramos, el gran periodista de Univisión y Reforma, lo planteó al Presidente con seriedad y sobriedad. “Este será el sexenio más violento y con más homicidios desde la Revolución”.

AMLO refutó las cifras de su propio gobierno e insistió en que “la tendencia iba a la baja”, que los conservadores quieren que haya más muertos porque están en contra de la transformación. Insistió en que su estrategia de abrazos y no balazos era la correcta, que la violencia no se resuelve con violencia.

Proyectó una gráfica donde Guanajuato tiene 20 homicidios el día anterior, una quinta parte de los que hubo en todo el país. Volvió a culpar al fiscal Carlos Zamarripa de la desgracia y dijo que Diego no lo podía quitar porque el funcionario está protegido por el sector ultraconservador del estado. Mencionó que la Federación tiene más de 8 mil efectivos en Guanajuato, de la Guardia Nacional, el Ejército y la Marina.

En su discurso se refleja la falta de cooperación y unidad entre las dependencias federales y estatales. La inexistente coordinación y unidad de mando para regresar la paz a nuestro estado. Mientras tenemos 11 homicidios diarios en promedio, los pretextos, las culpas ajenas y las acusaciones graves hacen que, por desgracia, no podamos tener la esperanza de que las cosas cambien.

El Presidente dice que los conservadores quieren que haya más muertos para afectar su proyecto de transformación y lastimar la imagen de su gobierno. No lo creemos. Conservadores y liberales queremos paz y tranquilidad. Es triste pero añoramos el pasado. Todos sabemos que hemos perdido el rumbo en la seguridad pública. Incluso los cárteles saben que la violencia no es un buen negocio a la larga.

El presidente dice que el fiscal Carlos Zamarripa está bajo las órdenes de la ultraderecha y que el gobernador Diego Sinhue Rodríguez no puede con él.

Además duda de su honestidad. Lo ha repetido en varias ocasiones. Pero con todo el poder de López Obrador, resulta incomprensible por qué no toma decisiones la Fiscalía General de la República.

Lo que es cierto es la falta de resultados de Federación y Estado para detener la carnicería humana que vivimos. No sólo de las fiscalías, sino de la Secretaría de Seguridad Pública del estado y la federal; de la Guardia Nacional, el Ejército y la Marina. Si sumamos a todas las corporaciones, no hace falta personal ni presupuesto, lo que carecemos es de liderazgo, determinación, coordinación y la humildad para reconocer que la o las estrategias no funcionan.

Jorge Ramos insistió una y otra vez en que el sexenio ya era el más violento de la historia y eso lo marcaría. Lo mismo sucederá en Guanajuato si no hay un cambio radical en los dos años que faltan. Miles de familias no estarían de luto; no tendríamos miles de viudas, huérfanos y comunidades degradadas como Celaya si los gobernantes hubieran dejado diferencias e ideologías de lado para resolver el peor problema de nuestra historia reciente.

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