Quien calla, otorga

Josemaría León Lara Díaz Torre

Hacía tiempo que en este país no se le ponía tanta atención mediática a lo que sucede al interior de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

Josemaría León Lara Díaz Torre

Hacía tiempo que en este país no se le ponía tanta atención mediática a lo que sucede al interior de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Y es que uno llegaría a suponer que por los propios principios republicanos contenidos en nuestra Constitución, la Corte goza de autonomía frente a los otros dos poderes de la Unión, y precisamente por ello su labor suele y deber ser discreta, principalmente por estar ajena a la política.

Sin embargo la propia actuación de la Corte, o mejor dicho de sus ministros, es lo que ha provocado que de diciembre a la fecha el día a día en el máximo tribunal de justicia se convirtiera en un espectáculo grotesco de complicidad. Situación que describe de cuerpo entero lo politizada que está la impartición de justicia en México, lo que únicamente permite darle la razón al discurso presidencial.

Por mandato constitucional la Corte cuenta con once integrantes, de los cuales actualmente diez son cómplices, ya sea por acción o por omisión, de proteger a su decimoprimera compañera. Ya que ningún ministro se ha pronunciado a la fecha sobre el asunto bochornoso que ha puesto el nombre de la ministra Esquivel en los reflectores desde hace semanas.

Se supondría que siendo precisamente la Corte el órgano encargado de velar por la impartición de justicia y de salvaguardar la supremacía de la constitución, de que fueran precisamente los ministros quienes hicieran el esfuerzo desde dentro para poner un alto a tan vergonzosa situación, que ha puesto al descubierto la naturaleza tramposa y tan falta de ética por parte de una de sus pares.

Y no se trata únicamente de la tesis que le otorgó el título de licenciada, también es la que le dio el título de doctora, además de mentir en su currículo sobre las universidades que supuestamente otorgaron este último grado académico. Es verdaderamente penoso el que alguien que se ha conducido en su vida adulta y profesional, con tanto descaro y con tanta ligereza, que siga permaneciendo dentro de la Corte.

Es evidente que desde Palacio Nacional se tiene toda la intención de defender y mantener a toda costa a la ministra plagiaria, sin embargo, son los propios ministros quienes con su silencio están siendo cómplices de que la propia institución a la cual representan este siendo mancillada en su credibilidad, en su imparcialidad y sobretodo en su reputación.

Y tampoco podemos sacar de la ecuación a los senadores tanto del oficialismo como de la oposición, quienes en el debido momento no hicieron su trabajo y votaron para que Jazmín Esquivel Mossa llegara a la Suprema Corte. Por lo que la culpa es compartida, lo que solo pone en evidencia una vez más que la separación de poderes en este país es meramente una buena intención.

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